viernes, marzo 06, 2009

Aliento de vida


Dice la Escritura que Dios conoce cada una de las estrellas del cielo, y que a cada una la llama por su nombre; también dice que el Adán comenzó a existir cuando Dios insufló su aliento. Una tradición dice que el aliento insuflado era el nombre del Adán. Me encanta pensar que el ser humano comienza a existir cuando Dios sopla o susurra su nombre.

Y pienso en el momento en el que Dios decidió llamarme a la existencia y pronunció mi nombre con su aliento. No soy un producto de fábrica, no soy fruto de una producción en serie ni de un accidente, sino que mi existencia ha sido deseada por Dios, ha sido pensada. Y Dios no pensó en cualquier persona, sino en mí, en mi nombre. Y Dios quiso que mi nombre (es decir, YO) existiera.

Los sufís hablan de que ese aliento de Dios que dijo mi nombre ha quedado guardado dentro de mí, es lo que me permite vivir. Somos, dicen, el aliento de Dios, la respiración de Dios, el murmullo de Dios que se ha encarnado y que algún día regresará a Quien lo exhaló.

Existe, pues, una interconexión entre Dios y cada uno de nosotros, es la intuición de Pablo cuando escribió: “Nada nos separará del amor de Dios”, y nuestra respiración, nuestro aliento, es el símbolo, el sacramento de esta interconexión, por eso muchas prácticas espirituales se basan en los ritmos de la respiración.

Hacernos conscientes de nuestra respiración, sabiendo que ella es el símbolo del aliento divino que se nos ha dado, es uno de los mejores caminos para darnos cuenta de que vivimos unidos a Dios y que dentro de nosotros habita nuestro Nombre, pronunciado por el aliento de Aquel que nos ama.


J. Álvaro Olvera I.

domingo, marzo 01, 2009

Cambiar de mentalidad


El evangelio de hoy nos recuerda la primera de las invitaciones de Jesús: cambiar de mentalidad. Aunque la traducción del texto en español dice: “arrepiéntanse”, en griego la palabra usada (metanoia) significa cambiar de dirección, ir hacia otro lado, cambiar la mentalidad. Este último sentido es al que me refiero.

Cambiar la mentalidad... es cuando descubrimos que hemos ido hacia un lado pero no es el lado al que había que ir. Decíamos en la eucaristía que es como ir en el metro hacia la estación Indios Verdes y de pronto escuchar a Jesús decirnos que la dirección que él nos propone es hacia la estación Universidad, justo la que está al otro lado de la Ciudad (si conoces el metro de la Ciudad de México sabes que una es la estación terminal en el norte y la otra lo es en el sur)

El primer cambio de mentalidad tiene que ver con la segunda frase de Jesús “el Reino está aquí”. La mayoría de las religiones nos han dicho que el Reino (la vida eterna, la gloria, el paraíso, el nirvana) es algo que viene después de la muerte física, y la gran mayoría de nosotros hemos viajado en esa dirección. Que el Reino esté aquí y ahora, nos pide un cambio completo de dirección. Nada para después de la muerte, la comunión íntima y plena con Dios está disponible aquí y ahora, para ti y para mi.

Luego, nos han enseñado que el amor de Dios es algo que hay que merecer. las obras buenas, la oración, asistir al templo, la lectura de la Biblia, la buena conducta moral, has sido entendidas como formas de “ganar” el amor de Dios, de ahí que algunos digan (me ha tocado escucharlo más de tres veces) que no pueden ser amados por Dios debido a que no hacen tal o cual cosa, o debido a que hacen tal o cual cosa; en el primer caso, están los que dicen que no pueden ser amados por Dios porque no van a la iglesia, porque hace años que no se confiesa, porque no hacen oración. En el segundo caso están quienes dice no ser amados por Dios debido a su orientación sexual, a su estado civil (segundas nupcias o bodas “nomás por el civil”), a que han abortado, a que tienen relaciones sexuales sin casarse, etc.

En ambos casos, hemos ido viajando en una dirección, pero es la dirección errada, pues en Jesús descubrimos que el amor de Dios es universal, infinito, eterno e inmutable. ¿No dice la Escritura que somos amados con amor eterno, por lo que Dios no se olvida de nosotros? No dice también que todo lo que existe es amado por Dios, ya que nada podría existir si Dios no lo amase, lo llamase a la existencia y lo sostuviera en ella? Y el amor de Dios, amigos, no depende de nuestra conducta, ni de nuestra perfección moral (que ambas son buenas); no depende de que uno se gay o de que se haya casado por segunda vez. NO, el amor de Dios depende de quien Dios es y lo que nosotros somos: sus hijos e hijas.

La Palabra que Dios ha pronunciado para cada uno de nosotros es: Tú eres mi hijo amado, en quien me complazco. Nuestros padres, quizá, nos aman a pesar de la desilusión (he escuchado a padres de gays decir: pues como quiera que sea, es mi hijo. Detrás de ese “como quiera que sea” he leído más una resignación desilusionada que un amor incondicional), pero Dios no ama así. No es que Dios se resigne a amarnos porque “ni modo, son mis hijos”, al contrario, Dios se goza en quienes somos, en quienes ha creado, y de aquí surge otro cambio de mentalidad.

Hemos pensado que el amor de Dios es “de Dios”, es decir, que Dios no ama porque no puede no amarnos, aunque quizá deseara hacerlo. La verdad es que Dios nos ama tan intensamente, y nos busca tan frecuentemente, y nos seduce tan delicadamente, y nos reclama de amor tan desesperadamente porque hay algo en nosotros que le atrae, algo que lo enamora.

Si somos únicos e irrepetibles, quiere decir que en mi hay algo que ha enamorado locamente a Dios, y ese algo sólo yo puedo dárselo, nadie más en el universo ni en toda la historia de la humanidad. Ni santa Teresa, ni san Juan de la Cruz, ni la mismísima madre de Jesús pueden amar a Dios como yo le puedo amar ni le pueden dar a Dios el gozo que yo le puedo dar. Dios nos ha hecho únicos – y por tanto lo que desea de mí es único – pues ese ha sido su placer.

Cambiar de mentalidad en esta cuaresma, no significa hacer o dejar de hacer cosas, sino SER de otra manera. Hemos viajado en una dirección (creyendo que la comunión con Dios es post mortem, creyendo que nuestras acciones u orientaciones sexuales nos hacen indignos de ser amados, creyendo que Dios nos ama porque no lo queda de otra), hemos sido, nos hemos concebido, nos hemos visto de una determinada manera, pero hoy, Dios nos invita a cambiar la dirección, a aceptar nuestro verdadero SER: somos amados infinitamente, somos dignos de ser amados por Dios y la íntima comunión entre ambos es una posibilidad real, aquí y ahora.

Si logramos encontrar ese “algo” que nos hace dignos de ser amados, si aceptamos el cambio que nos propone Jesús, podremos vernos en el espejo y encontrar algo más de lo que hemos encontrado antes, podemos vernos como Dios nos ve, aceptarnos como Dios nos acepta, amarnos como Dios nos ama.

Sólo una persona que se sabe aceptada, amada, puede amar. Y el mundo, amigos, está urgido de nuestro amor.



José Álvaro Olvera I.

sábado, febrero 07, 2009

Una de Shakira


En cuestión de música, soy un tipo de canciones, no de discos, es decir, me puede gustar mucho una canción, pero no compro el disco, prefiero esperar una edición de éxitos que garantice las canciones que me gustan en un solo cd. Eso me pasó con Shakira, nunca compré un disco de ella hasta que conseguí los éxitos (confieso que lo compré para poder tocar “ojos así” a todo volumen y bailar a solas)

Y me encontré con la canción No creo:

“Sólo tú sabes bien quién soy
Y por eso es tuyo mi corazón.
Sólo tú doblas mi razón
Y por eso adonde tú quieras voy”.

Inmediatamente me vino la imagen de santa Teresa cantando esta estrofa a su Esposo. Y me recordó la experiencia de tantos y tantas. Y es que Shakira expresa una gran verdad del amor: la aceptación incondicional de uno despierta necesariamente la entrega del otro. San Juan de la Cruz lo dijo también: Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor.

Y pienso que un amor así es el que tenemos en Dios. Nadie más que Dios me conoce tal cual soy; el que soy, no el que quisiera ser, ni el que sueño ser, ni el que seré cuando salga de mi terapia. El que soy, no el que niego, no el que escondo por vergüenza, no el que rechazo a la sombras porque no me agrada o pienso que será la causa de que otros me rechacen.

El que soy – neta, como dicen los jóvenes – es aceptado y amado por Dios incondicionalmente.

La respuesta a este amor siempre es amor. El problema es que como no nos acabamos de creer que seamos amados así por Dios, pos no le respondemos con amor.

En el caso de quienes tendemos a ser más racionales (según nosotros, eh) esos que queremos explicarlo todo, medirlo todo, razonarlo todo, encerrarlo todo en un concepto, Dios es quien dobla nuestra razón. En mi caso, puedo hacer polémica con cualquiera (me ha tocado) y no doblo mi razón, peleo con uñas y dientes por defender mi postura, aclarar mi discurso, rebatir las razones de los otros. ¡Y mira que soy necio, terco y aferrado!

Pues el teólogo ve como Dios dobla su razón… todos mis intentos de comprenderlo, de aprehenderlo, de saberlo, acaban con mi persona doblando su razón ante el Misterio y el Misterio obligándome a doblar mi razón ante su inmensidad. El sacramento y la teología nomás no me alcanzan, y por supuesto que la Biblia, la Tradición y el Magisterio son nada y sirven para nada en el intento vano de explicar a Dios.

Shakira entrega su corazón y sigue los pasos del hombre que ha ganado su amor de esa manera. Teresa y los otros místicos han hecho exactamente lo mismo ante su Amado.

Ojalá que algún día podamos hacer lo mismo.

J. Álvaro Olvera I.

viernes, febrero 06, 2009

Así en la Tierra como el Cielo


En días pasados pensaba mucho en esta película que hace como unos cuatro o cinco años fue nominada a los Oscares como mejor película extranjera ya que veo varios rasgos de la comunidad reflejada en ésta, ya que el protagonista inicia por hacer un coro pero al principio hay varios roces entre los que forman parte del mismo, por que son diferentes, y comienzan a manifestar sus emociones de lo que sufren, de lo que les molesta y al final comienzan por conocerse y que hay mas en el fondo de cada uno, y así empiezan a tener una mejor convivencia, haciendo comunidad y logrando cantar como coro, cada uno con su tipo de voz, con sus límites pero contagiando a otros para que se unan a la de ellos.

Y esto es lo que ha sucedido en la comunidad se ha tenido roces, se explota, pero se va conociendo al otro a aceptarlo y tolerarlo, aunque es difícil ya que cada uno tiene diferente proceso.

¿Y a que viene todo esto? A que el domingo pasado me toco predicar, y al leer las lecturas, lo que mas nos llamó la atención al preparar la homilía fue el Evangelio de San Marcos 1, 21-28, cuando Jesús va al sinagoga y al entrar un hombre que estaba poseído por un espíritu inmundo, que le grita -¿Qué quieres de nosotros Jesús de Nazareth? ¿Has venido para acabar con nosotros? - Aquí leemos que es un hombre pero pregunta por él y otros "nosotros" . ¿A quién representaba este hombre que esta en la sinagoga? A los escribas, fariseos, en los templos los sacerdotes. Y esto nos puso a pensar de que en la sinagoga, iglesia y/o comunidad hay personas que están poseídas por este espíritu inmundo. Y nos atrevimos a decir que es el Diablo (Diabolo).

Y en la actualidad podemos hablar de obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas que esta dentro de una comunidad y que están poseídas por este espíritu, y que tienen divido el corazón como nos dicen en la segunda lectura de San Pablo a los Corintios, ya que no se preocupan de las cosas del Señor y como agradarle. Y sabemos que el Señor está en cada uno de nosotros, y que me debo preocupar por el hermano, el prójimo. Y cuantas veces hacemos lo contrario , muchas veces nos casamos con ideas como de que yo soy el único que tiene la verdad, que por que tengo estudios soy diferente y me hace superior al otro, y que sobre esa verdad es el punto de referencia para juzgar a los demás sin importarle los sentimientos de la otra persona y que la podemos herir y alejarla de la misma comunidad, cuando nos dice el Evangelio que Jesús no vino a juzgar si no para dar vida y vida en abundancia, y nosotros con nuestras actitudes provocamos muerte en los otros.

Y precisamente en esta película refleja eso, cuando el pastor predica algo y no es coherente con con lo que predica. Le dice a su mujer que ya no la toca por que el ya esta dedicado a Dios, no se preocupa por lo que pueda sentir ella y la forma de agradarle como esposo. Y ya no tiene relaciones con ella, pero sin embargo ella encuentra en su armario revistas pornográficas que él tiene escondidas para masturbarse, siendo egoísta, teniendo placer él solo.

Y es para reflexionar de como estoy siendo dentro de mi comunidad, si soy Diábolo el que separa o divide, o si soy Símbolo lo que une. En la película quién estaba poseído por el espíritu inmundo era el pastor, y quién fue símbolo fue el director del coro que unió a la comunidad.

Por lo regular lo que hace dividir a una comunidad, de acuerdo a nuestra experiencia dentro de la comunidad u otras en las que hemos compartido, son el poder, el protagonismo y el dinero. Muchas veces con el protagonismo se quiere uno lucir al dar una predicacción, al catequizar, al dar una plática cuando lo que debe de lucir es la presencia de Dios en la persona. El dinero ya que se empieza a juzgar que tal persona dio poco, no dio, y que uno dio bastante y no se pone a pensar en que situación esta la otra, y cuando uno da cree tener el poder de mandar y que se hagan las cosas a su manera, y hay que tomar en cuenta que todo lo que se de, se de con discreción y humildad.

También pensamos en la corrección fraterna, que hay que hacerla primero con discreción, que si alguien me ofende platicarlo con esa persona, que si no hay cambio, pedirle a otro de la comunidad que considere que será oído por el otro, ya si no hay solución sera exponerlo ante la comunidad. Pero muchas veces hacemos al revés, comenzamos por decirlo enfrente de la comunidad y hacemos comentarios que avergüenzan al otro. Pero también que hay que estar abierto a la corrección por pensamos que somos perfectos, y en realidad no, somos perfectibles y que el otro puede ser un profeta (la presencia de Dios) para evidenciar lo mal que hacemos.

Espero que con esto que comparto, reflexionemos si tenemos divido el corazón, que decimos cosas de Dios, pero que no reflejamos esa presencia de Dios en nosotros, que si somos Diábolo o Símbolo. Esperando unirnos a una sola voz

domingo, febrero 01, 2009

¿Corazón dividido?


La segunda lectura de la eucaristía de este domingo 1 de febrero me ha despertado sensaciones raras al leerla. Reconozco en ella mucho de mi formación del seminario, así como una teología que ya huele mal de tan vieja.


Que Pablo pensara que el matrimonio divide el corazón no me parece extraño. No es que el pensamiento antiguo tuviera mucha estima por el matrimonio (fuera de la idea de perpetuar un linaje a través de los hijos) o que no existieran movimientos religiosos que enaltecían la continencia en honor de los dioses (aunque no se tratara de una continencia tan absoluta muchas veces) Sin duda Pablo, hijo de su tiempo y de su ambiente, refleja algo de estas ideas en su carta: sólo el soltero se dedica a servir al Señor como el Señor merece, sin divisiones en el corazón.


No me asombra que ese pensamiento haya quedado plasmado en la doctrina oficial católica. Hay algunos textos que, sinceramente, me ponen los pelos de punta:


“Si alguno dijere que el estado conyugal debe anteponerse al estado de virginidad o de celibato, y que no es mejor y más perfecto permanecer en virginidad o celibato que unirse en matrimonio, sea anatema.” (anatema: maldición, equivalente a la excomunión) – Cita de un documento conciliar [Trento, si no recuerdo mal] en el D. 980. La cita textual está tomada del libro Universitario y Trapense, de L. Durán, Ed. Sígueme, Salamanca 1966, p. 246)


Gracias a Dios llegó el Vaticano II y su reforma. Hemos caminado hacia una adecuada teología del matrimonio, del placer y de la sexualidad como para seguir afirmando tales barbaridades.


Decir que el casado está dividido es no conocer la realidad del matrimonio (ni del celibato, según yo) Hay personas casadas que son ejemplo vivo de fe, adhesión y seguimiento de Jesús; y hay célibes que distan mucho de un corazón unificado al servicio del Señor. Muchas veces, tristemente, el celibato es el pretexto para cerrarse en sí, de modo que no se abre el corazón a nadie, ni al Señor.


¿Qué es “servir al Señor” a fin de cuentas? ¿Dedicarse al apostolado, predicar, celebrar la eucaristía, ser ordenado, vivir en el seminario, hacer votos?


“Servir al Señor” es, para mí, la certeza hecha vida, de que Dios es el centro, la razón, el “principio y fundamento”, la opción fundamental de la persona. Sirve al Señor quien hace lo que le toca hacer, pero lo hace todo por amor y en el nombre del Señor. Sirve al Señor quien ama a su esposa, quien cuida a sus hijos, quien lava la ropa, quien va a la oficina... ya no son tiempo de andar pensando que el servicio de un Señor que es todo en todo, se de solo en los ámbitos religiosos.


Quien vive por amor y en el nombre del Señor es su siervo fiel y vive con un corazón unificado, ensanchado, donde cabe todo y todos a ejemplo de su Señor.


Así que no, el que se casa no tiene el corazón dividido como el soltero no tiene el corazón unificado al servicio del Señor. No depende la cosa del estado civil, sino del amor y el abandono.


Comprendo a Pablo, pero no estoy de acuerdo con él. No esta vez.



José Álvaro Olvera I.

miércoles, enero 28, 2009

Dios es (también) un perro


Ya sé que el título te ha puesto los pelos de punta, pero lo que digo es la verdad. En mi reflexión anterior comentaba lo que mi Maestro dice: toda vida es sagrada, todo es manifestación del rostro del Amado.

Creer esto nos pone frente a las cosas y a las criaturas desde una nueva perspectiva. No se trata solo de “cosas” ni de “animales”, sino de expresiones de Dios, de manifestaciones del Rostro único de Dios que se nos revela de múltiples maneras.

Algunos lo captan más fácilmente en el servicio a los pobres, la atención a los desprotegidos, la lucha por los derechos de los excluidos. Algunos, a través del trabajo ecológico, de la reforestación, del cuidado del agua, de las políticas públicas de protección al ambiente. Otros, a través de la belleza, del arte, de la naturaleza.

Y algunos más captamos a Dios muy fácilmente en los animales.

Decir que Dios es (también) un perro significa que en el perro puedo descubrir algo de Dios, de su presencia. La vida del perro, su actuar, sus reacciones, sus travesuras, la forma que tiene de saltar cuando me ve, el misterio que se esconde en su forma de aprender cosas.

Dios está ahí, encarnado en el perro, mostrando su presencia. Si no me crees, atrévete a mirar a los ojos a tu perro… ¡Dios! no hay palabras para describir lo que se puede captar del Misterio Divino es esa mirada.

Y no es romanticismo, es realidad. Francisco de Asís captó lo mismo, no sólo que los animales fueran criaturas de Dios, sino que – de alguna manera – Dios mismo se nos presenta en el ropaje, más bien en el pelaje, de nuestros compañeros no humanos, por eso lloraba de pena cuando veía que iban a matar alguna oveja y buscaba desesperadamente la manera de salvarla “porque mi Señor es un cordero”.

A mí, Dios me resulta evidente en los animales, especialmente en los perritos. Y cuando he teniodo uno y se echa a mi lado en el momento de la oración, puedo sentirme más unido al Misterio de la Vida, a Dios, que se acerca a mí como puede para invitarme al amor.

Dios es tan humilde y me ama tanto que no se detiene cuando la dureza de mi corazón lo obliga a acercarse a mí en forma de perro.


J. Álvaro Olvera I.

lunes, enero 26, 2009

Toda vida es sagrada


Un sábado del mes de noviembre fui a un refugio para perritos abandonados para dar unas horas como voluntario. Hace años, cuando estaba en la congregación, este tipo de trabajos me parecían una pérdida de tiempo cuando había tantas necesidades entre los seres humanos. Bueno, ahora pienso lo contrario. Mi Maestro dice que toda Vida es algo santo, que el Amado se nos presenta en toda forma de vida y esto incluye, por supuesto, a los perros.


El refugio se llama “En busca de un hogar”, y acoge a mascotas maltratadas y abandonadas. Parece que los seres humanos somos expertos en considerar a los animales como cosas, juguetes que podemos darle a los niños que tienen el capricho de poseer una mascota. Me decían que los meses de febrero y julio son cuando más abandono de animales hay, en febrero porque al niño se le pasó el capricho y la familia se da cuenta que tener una mascota cuesta más que dinero, y en Julio, porque las familias se van de vacaciones y la mascota es un estorbo.


Saqué a pasear a varios peludos y me sorprendió el poco esfuerzo que cuesta hacer algo para acoger la dimensión sagrada de la Vida: basta con dos horas, una buena correa y bolsas de plástico para recoger desechos. La última en salir a paseo fue una perrita terrier escocés, negrita. Fue usada por años para procrear, sus cachorros fueron vendidos en un “criadero” y cuando no pudo parir más por la edad y el estado, fue echada a la calle. Tiene desnutrición, huesos con falta de calcio, ha perdido dientes… estaba muy triste, no se levantaba de su cama, no ladra. Como si solo estuviera esperando la muerte.


La obligué a levantarse, le puse la correa y la hice caminar. Ya sabes, le hablas con cariño, la vas jalando cuando se echa, le rascas las orejas (y sigo sorprendido de lo poco que cuesta asumir que toda Vida es sagrada) Al final, cuando la entregué y me despedí de la encargada, al alejarme, la perrita caminó tras de mí. Sonia, la encargada, me dijo: se quiere ir contigo.


Los que me conocen sabrán la conclusión, pues mi corazón se inclina a las criaturas desdichadas (soy como el abogado de las criaturas perdidas, jajaja) Hice los trámites de adopción y la acomodé con una familia muy querida, que le está dando todo el amor del mundo.


Ahora se llama “Tita”. En diciembre, cuando la vi de nuevo, corrió a la puerta y comenzó a mover el rabo y a dar saltitos de gusto. Nos pusimos a correr por el jardín. Poco a poco el milagro de la resurrección se está realizando (¿quién dijo que la resurrección sólo era para los humanos?) Un poco de aceptación, unas cuantas rascadas de orejas, muchas croquetas y un paseo por la calle son suficientes para despertar ganas de vivir. Y sigo sorprendido de lo poco que cuesta ser coherente con la fe de que toda Vida es sagrada.


Y escribo esto no solo para contarte una historia, ni solo para decirte que – si toda Vida es sagrada como creemos – aun nuestros hábitos frente a los peludos tienen que cambiar. Yo me he jurado no volver a comprar un perro y, si puedo tener uno, será adoptado. Me he prometido apoyar al albergue (puedes buscar la dirección en adoptamascota.com) y destinar una lanita para que ellos, los fieles amigos del hombre, puedan comer.


Escribo esto para dar mi testimonio: ha aprendido tanto de Dios en la mirada de un perrito abandonado. En efecto, creo firmemente que he aprendido más de Dios con la presencia de “Tita” que con todos mis años de estudios teológicos.


Y si el Amado es todo en todos, y muestra su rostro en cada forma de vida (gracias a mi maestro por enseñarme esta verdad) algo de Dios está sufriendo hambre, soledad y miedo en cada uno de los perritos del albergue.


J. Álvaro Olvera I.

martes, enero 13, 2009

Mi deseo para ti este año



Quiero desearte un año lleno de paz.

¿Te llama la atención mi deseo? Sí, me imaginé. A principio de año todo mundo desea felicidad, salud, dinero y amor, pero casi nadie desea a los demás la paz. Yo ya me acostumbré a ser medio disfuncional, así que esta vez, quizá por primera vez, te deseo la paz.


Lo que no es la paz

Para muchas personas paz es igual a ausencia de guerra. Por ejemplo, es el caso del Ejército Zapatista. El gobierno no se ha cansado de decirnos que hay paz en Chiapas – paz entendida como ausencia de guerra – pero la verdad es que la situación de los indígenas está igual que antes, o peor.

No me malentiendas, no me estoy declarando a favor de EZ, solo uso el ejemplo para que te des cuenta como es bien fácil confundir la paz con la ausencia de guerra, aunque de paz haya bien poco.

La paz tampoco es, según yo, el disimulo ante los conflictos. Muchos de nosotros hemos aprendido a disimular, a esconder nuestros conflictos con la falsa idea de que nada pasa. Esto es muy común en las relaciones de trabajo: estás hasta el queque, pero ante los demás muestras que “te pones la camiseta de la empresa”

Tampoco digo que hay que hacer grilla y armar un sindicato independiente, solo me refiero al hecho del disimulo, a hacer como si no pasara nada.

Esto es más fuerte en las relaciones familiares o de pareja. Solemos disimular nuestra insatisfacción, nuestros verdaderos deseos y hacemos como si nada pasara, a pesar de que sabemos que nuestra familia o nuestra relación de pareja están gravemente heridas.

La paz tampoco es que todo sea amor, dinero y salud. Hace poco vi un panorámico de una marca de yogurth que decía “Salud es estar vivo” ¡Qué mentira tan grande! La salud es un estado muy deseable, pero no es igual a estar vivo. Puedes estar muy enfermo y aún así estás vivo y puedes estar lleno de paz. Puedes estar en duelo y aún así estar lleno de paz. Puedes estar en medio de un fracaso (o de un reto o “área de oportunidad” como se dice ahora) y aún así estar en paz.




Entonces, ¿Qué es la paz?

En la Biblia se usa la palabra Shalom para referirse a la paz, y mis hermanos los musulmanes refieren la palabra Salaam (que además es uno de los Nombres de Dios) Shalom o Salaam no es ni la ausencia de guerra, ni el disimulo de conflictos, ni un estado perpetuo de salud y bienestar, de riqueza o de bienes materiales.

Shalom es, para mí, el sentimiento hondo del corazón de saberse amado más allá de la propia capacidad de comprenderlo o imaginarlo.

Salaam es la confianza de que, en medio de las tempestades normales (provocadas por uno mismo o por otros) de la vida estamos siendo llevado de la mano, estamos siendo acompañados.

Shalom es la alegría profunda del alma de saber que nuestra vida tiene un sentido y un propósito, que casi siempre se nos escapa pero que es real.

Salaam es la manifestación de que los anhelos más grandes de tu persona serán colmados.

Shalom es la certeza de que nada puede hacer que pierdas el amor que Dios te tiene.

Por todo esto, el deseo de Shalom es un acto de fe y de confianza. Porque no es fácil decirlo, ni fácil desearlo y mucho menos fácil es creer que la Shalom es posible.

Entonces, amig@ mí@, mi deseo para este año es para ti y los tuyos un gran SHALOM, SALAAM.

Así, cuando tengas dinero o te falte; cuando tengas salud o no la tengas; cuando tengas pareja o estés solterito... podrás conservar la paz, la alegría y la confianza necesarias para seguir luchando.



¡¡¡SHALOM!!! ¡¡¡SALAAM!!!



José Álvaro Olvera I.

martes, enero 06, 2009

Regalos inútiles


Para iniciar el año, voy a hablar de regalos inútiles.


Nos dice el evangelio que los Magos le llevaron a Jesús tres regalos: oro, incienso y mirra.



El oro era propiedad de los ricos, de los reyes. Herodes adornó las paredes de su fortaleza en Masada con placas de oro, cientos de placas de oro para que reflejaran la luz del sol sobre sus piscinas (por supuesto que ese oro salió del sudor del pueblo campesino, muy explotado)



El oro como regalo es símbolo de grandeza y de poder, y quiere decirnos que este Mago estaba convencido que Jesús sería un rey como Herodes, o más, por eso, adelantándose, le ofrecía el primer reconocimiento de esa realeza y ese poder. Pero se equivocó, porque Jesús no va a formar parte del mundo de los reyes ni de los poderosos, éstos lo van a matar cuando sea grande. El primer regalo fue un regalo inútil, que habla más bien de las expectativas de este Mago que de la realidad de quien era Jesús.



El incienso era propio de los ambientes de culto, los templos y la adoración a los dioses (y al Emperador, que se decía ser un Dios) El Mago creía que la divinidad de Jesús era como la divinidad de todos los demás dioses, ansiosos por recibir alabanzas y ofrendas. El Mago se equivocó, porque la divinidad de Jesús no se va a expresar como las divinidades de los dioses conocidos, tanto que los sacerdotes van a mover los hilos para asesinarlo. Para que vean la diferencia, en vez de pedir alabanzas y ofrendas para sí, Jesús va a pedir compasión y acción a favor de los más pobres. El segundo regalo fue un regalo inútil, que habla más bien de las expectativas del Mago que de la realidad de quien era Jesús.



Nos queda un regalo, la mirra ¿para qué servía?



La mirra servía para curar heridas. Mezclada con vino y hiel hacía un potente anestésico que servía para todo, hasta para darle a los que iban a ser crucificados para que no sufrieran tanto (¿se acuerdan que le da a Jesús pero él lo rechaza? Quiso moría consciente hasta lo último. ¡Ese es mi Maestro, pues!)



La mirra estaba en las casa de los pobres, de los que no tenía para medicinas ni para médicos (que hace siglos también eran un lujo de ricos, como hoy). La mirra está relacionada, pues, con la vida cotidiana, con sus golpes, heridas y dolores. Está relacionada con la sencillez y con la ayuda a quienes están heridos.



Quien llevó oro pensó que Jesús sería un rey más; quien llevó incienso pensó que Jesús sería un Dios como todos, y se equivocaron. Quien llevó la mirra pensaba que Jesús era alguien que iba a ser tan humano que iba a necesitar mucha mirra para aliviar sus dolores; y que iba a ser tan compasivo que iba a necesitar mucha mirra para aliviar los dolores de los demás. Y le atinó.



Dios es como la mirra, cotidiano, sencillo, sanador. Jesús será un hombre de mirra, cálido, cercano, muy humano (y por eso va a sufrir por lo que sufrimos todos los humanos) y muy compasivo, por esa va a dedicar su ministerio a sanar. Tenemos la idea de que Jesús vino a predicar, pero si comparamos lo que hizo con lo que dijo, la verdad es que Jesús vino a ser un sanador, las sanaciones es lo que más abunda en el evangelio. Jesús será un buen sanador porque aprenderá (seguramente de su madre, que las mueres eran las que se encargaban de estos menesteres) a ser un hombre de mirra y sanará, muchas veces con el simple hecho de la calidez en el trato con los dolientes. Como hoy, ¿a poco el mejor médico es el que sabe mucho? Por nuestra experiencia, el que más nos sana es el que más nos trata como personas y no como organismos enfermos.



Hoy, para iniciar nuestro año como Comunidad, quiero hacerte dos invitaciones. Primera, te invito a buscar la mirra en tu casa. Está bien que vengas a la eucaristía o que vayas a la teología y a la oración de los jueves y que esto te de paz y te haga sentir a Dios. Si vienes y sales con un sabor de Dios en corazón ¡Bendito sea!



Pero necesitas aprender a encontrar eso mismo en tu casa, en tu vida cotidiana, es tu espacio de todos los días ¿no está Dios todo aquí para ti como lo está en tu casa? Si lo sientes aquí, pero no lavando el baño, es que necesitas hallar al Dios Mirra; si experimentas la paz cuando comulgas, pero no cuando besas apasionadamente a ya sabes quién, o cuando abrazas tiernamente... ¡busca a Dios Mirra!



Dios está todito disponible para ti en todo momento, en todo lugar, en toda compañía y en toda actividad. ¡Busca al Dios Mirra!



La segunda invitación: sé un hombre o una mujer mirra. Si miras a tu alrededor verás distintos rostros. ¿Qué caras ves?



Debajo de esos rostros, siempre hay un ser necesitado de ternura, de apapacho, de calidez, de abrazos, de solidaridad, de acompañamiento.



No sabes cómo necesitamos hombres y mujeres de mirra ¡hay tanta dolencia!. En mi corazón, por ejemplo, hay varios raspones, parece rascadera de mapache, algunos más sanos y otros bien infectados. Son los rasguños de mi historia y necesito de tu mirra. ¿Quisieras darme un poco?



¿Y tú? ¿Dónde está tu herida? No te hagas, ahí está: soledad, abandono, rechazo, traición, infidelidad, miedo, dependencia emocional, el peso de cargar con tu familia, enfermedad, soltería (o matrimonio, según el caso), sed de amor que se apaga con sexo, mantener una relación infructuosa sólo porque piensas que es peor estar solo o sola... ¿No necesitas un poco de mirra? ¿Un tinaco lleno de mirra?



Los seguidores de Jesús hemos de ser como él, sanadores, mirrosos los unos para los otros y para el mundo. Entre más mirra encuentres en tu vida cotidiana y más mirra untes, estás ayudando a sanarte a ti mismo, a sanar tu entorno, a sanar al universo entero, porque estás haciendo viva y real la presencia mirrosa de un Dios que como dice el profeta:


No quiere apagar la mecha que aún humea

Ni quiere quebrar la caña que está doblada

Sino que quiere vendar los corazones heridos.




José Álvaro Olvera I.

Me quedé sin Niño


Este año el Niño Jesús no llegó a mi casa.


Había preparado el pesebre desde el día primero del mes. Tenía todo listo: cena, regalos, familia, luces de colores... lo esperé hasta la madrugada y no llegó.


Esperé todo el 25 pensando que se habría retrasado el vuelo (líneas aéreas celestiales luego tiene problemas con el clima) Y no llegó. Hoy es 2 de enero, y no ha llegado, me dejó el pesebre vacío.


Molesto (faltaba más) me dirigí a Dios, y así me enteré: Líneas aéreas celestiales no tuvo ningún problema, la familia llegó desde el día 20 de diciembre, pero decidieron hacer un recorrido por el mundo, lo cual causó todo el rollo.


San José fue detenido en la frontera con Guatemala. Estaba tratando de ayudar a unos centroamericanos a cruzar para buscar una mejor vida en los Estados Unidos, pues su pueblo estaba sumido en la miseria; fueron engañados por el “pollero”, los pescaron entrando a Chiapas guiados por el barbudo de san José, quien fue confundido con un terrorista árabe (si le he dicho yo que cambiara de look, pero ná); le pusieron una “madrina” y lo encerraron esperando que Estados Unidos pida su extradición, convencidos que es sobrino de Bin Laden.


Santa María viajaba por el norte y quería llegar al DF el 24, pero se entretuvo en Cd Juárez con un grupo de mujeres que buscaban a una nueva... ¿cómo les dice el gobierno para no asustar?... ah sí, “desaparecida” (qué bonito suena así, porque eso de “asesinadas” suena tan poco cool para los medios) No la encontraron, y María se quedó unos días para consolar a la madre de la chica, que al cabo ella sabe lo que es perder un hijo. Fue a reclamar a las autoridades que no hacían nada, le pidieron una lanita para adelantar el trámite (estamos de vacaciones jefa, le dijeron) así que la buena de María dejó todo su dinero en esas manos. Han encontrado el cuerpo, pero el asesinato no se ha resuelto aun. María está trabajando en la maquila para juntar el dinero y regresar a su casa, pero con la miseria que gana (como todas las mujeres maquiladoras) no tiene pá cuando. Y pensar en lo que se gasta uno haciéndole vestiditos a las imágenes de la Virgen...


El Niño sí que llegó al DF, pero lo raptaron en la central del Norte. Querían venderlo a una red de pornografía infantil o de perdida a un cura de esos bien acomodados, cuya sotana laaarga esconde sus más largos delitos. Como pudo, se escapó con otros chamacos y entre repartirlo a sus casas y levantar la denuncia (sobre todo esto último, pues nadie le creyó y hasta amenazaron con demandar a María y a José porque ellos estaban de acuerdo con los secuestradores “como en el caso de la Trevi”) Pues nomás no llegó.


¿Y cómo va a llegar el Niño y su familia en un mundo con tanta desigualdad, injusticia e impunidad?


- Entiendo, Señor, pero me quedé esperando con su cena lista.


- Bueno, me dijo Dios usando esa mirada de “no te hagas wey” que luego usa cuando dialogamos, hubieras invitado a cualquiera, por ejemplo, a tu vecino que tiene cáncer y vive solo. Recuerda que lo que haces con cualquiera de los más jodidos...



Amén.

José Álvaro Olvera I.

jueves, diciembre 18, 2008

No me extraña, pero...


Acabo de leer una nota en el periódico: 66 países miembros de la ONU han solicitado la despenalización universal de la homosexualidad. Sí, si tú pensabas que te iba mal en México, hay varios países donde ser homosexual es un delito o agravante de delito.

Pues la iniciativa, presentada por el ministro de relaciones exteriores de Holanda, Maxime Verhagen y la secretaria de Derechos Humanos de Francia, Rama Yade, quiere terminar con la penosa e inhumana situación de miles de personas homosexuales en el mundo .“En este siglo XXI, dijo Yade, ¿Cómo aceptar que personas sean perseguidas, encarceladas, torturadas y ejecutadas debido a su orientación sexual?”

Y dice bien. Simplemente no es aceptable. Y no es aceptable que varios países árabes y el Vaticano se opongan a esta propuesta.

Ningún Dios, señores míos, ningún credo, ninguna religión puede pretender ser “revelada” cuando se opone a la despenalización de algo tan privado como la orientación sexual. Lo inmoral no es la homosexualidad, lo verdaderamente inmoral es que en el nombre de Dios se opongan al proyecto de despenalización.


No me extraña, pero me avergüenza.

En el nombre de Dios, en el nombre de Jesús, en el nombre de Alá, el misericordioso pido a los representantes religiosos de esos países árabes y al Vaticano, que reconsideren su oposición. La moral, queridos hermanos, no está por encima de la vida.



J. Álvaro Olvera I.

jueves, diciembre 04, 2008

Tiempo de Navidad


Ya sabes que me encanta ir al cine. La semana pasada fui al cine a ver Navidad, S.A., para comenzar a ambientarme a mí mismo en el espíritu navideño. Luego, fui al mercado de Medellín, a comprar cosas para adornar mi casa. Casi todas las cosas que encontré en el mercado tenían figuras de Santa, renos, muñecos de nieve, pinos nevados, etc. Estaba meditando sobre estas dos cosas y me di cuenta de un curioso detalle: todo gira en torno a Santa y al concepto de navidad que hemos importado del otro lado del Río. La película trata el asunto de tener o no tener fe en Santa. Los adornos, son cosas relacionadas con Santa. Fuera de las figuras del Niño Jesús, no había nada que me hiciera referencia a la idea de Navidad que considero central: el nacimiento de Jesús.

Curioso ¿no? La Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús, pero parece que el personaje central ha terminado siendo el gordito vestido de rojo. Navidad significa “nacimiento”, pero para nuestra cultura parece que ha venido a significar “llegada de Santa” Y no digo que sea malo, pero a mi me sigue encantando el viejo espíritu de la Navidad.

Para mi la Navidad sigue siendo el tiempo de limpiar toda la casa, de sacar cosas de las cajas y ver qué esferas sobrevivieron y cuáles hay que reponer. ¿Te has mirado en un trozo de esfera? Si lo giras, verás que tu cara se deforma y puedes hacer gestos solo para mirar cómo sería tu rostro si no fuera como es. Es de lo más divertido.

Es el momento de prender las luces de colores y permanecer sentado mirándolas prender y apagar una y otra vez. Intenta quedarte cuando todos se vayan a dormir; siéntate en un rinconcito y date media hora para mirar y re mirar las luces. Es mágico, las sombras cambian y las cosas parecen moverse como si danzaran al rito de los villancicos.

Navidad es el tiempo de poner un pesebre vacío porque el Niño “aun no llega”. Pasar semanas esperando el momento en que, por fin, el Niño haría su aparición, envuelto en una manta blanca, para ser arrullado entre dos, mientras le cantamos canciones de cuna. ¿Alguna vez presenciaste el arrullo? Entre las luces de colores, las velas de posada, las mantas blancas y los arrullos, puedes ver al Niño sonreír encantado de estar entre nosotros.

Navidad es tiempo de besar la imagen del Niño, pues por cada beso que le des recibirás una colación, el dulce típico de la época; es tiempo de contemplar al Niño, colocado en el pesebre, y pensar en los millones de niños y niñas en el mundo que han nacido y viven en situaciones de pobreza semejante y que, siendo los pequeños de Dios, no habrá para ellos una Navidad con dulces.

Navidad es tiempo de preparar el menú para la cena, sabiendo que quizá no estaremos todos los del año pasado, por lo que hemos de poner “reconciliación, amor y unión” entre los ingredientes principales del Bacalao, los romeritos, la pierna horneada o el pavo. Y tiempo de dar la bienvenida a los que estarán por primera vez en nuestra cena familiar, sabiendo que la vida es así, pérdidas y ganancias, que nos van ayudando a crecer y madurar.

Navidad es tiempo de pensar en regalos (sí, yo no soy de esos que pretenden que en la celebración religiosa de Navidad no debe hacer interés por las cosas materiales) Regalar, pero cuidando que el regalo vaya cargado con un amor auténtico y que el destinatario del regalo note ese amor los otros 364 días del año. Sólo así nuestro regalo será “navideño” y no cualquier regalo de tómbola.

Navidad es tiempo de preparar chocolate y churros para celebrar con los niños de la familia el momento mágico de encender el árbol por primera vez. Es tiempo de contar la historia del nacimiento de Niño, tiempo de abrazar, tiempo de estar juntos, tiempo de llorar por el dolor del mundo, de saber que el Niño sigue llegando sin importar como será recibido.

Navidad es tiempo de reconocer que sin la magia de la Navidad (esa que nos hace sentir el corazón ancho ancho, capaz de acoger a todo mundo y de desear paz incluso a los desconocidos) la vida sería absolutamente gris.

Celebra la Navidad como quieras, pero no apagues en ti la MAGIA de disfrutar las pequeñas cosas, de recuperar tu capacidad de asombro; la MAGIA de sentirte hermano hasta de los renos de nariz roja.


J. Álvaro Olvera I.

martes, noviembre 04, 2008

Un nuevo documento, una nueva oportunidad


El Vaticano ha publicado un documento más. En él se habla de la necesidad (y la obligación) de detectar varias clases de problemáticas en los aspirantes al sacerdocio. No se habla sólo de detectar a los homosexuales (aunque sí se incluyen en la lista) sino a cualquier persona cuyo perfil psico emocional ponga o pueda poner en riesgo el desempeño de tu ministerio. El documento, como todo lo que publica el Vaticano, ha despertado cuantas reacciones se puede uno imaginar… “Ay, Dios mío y Dueño mío, que son tiempos recios” (como decía la Teresa)

¿Qué decir?, ¿Tiene o no la iglesia el derecho de marcar los requisitos para otorgar el sacramento del orden? ¿Puede la iglesia usar de la psicología para detectar casos “problema” y decidir no aceptarlos? En todos los trabajos hacen eso: los resultados de los test psicológico son usados para definir si una persona es contratada o no, y nadie (que yo sepa) va por la vida enojado con tal o cual empresa, o llamándola inhumana, o acusándola de fobia porque decida no contratar a alguien a causa de su estado psico emocional.

Considero que, como toda institución, la iglesia tiene derecho a no admitir a alguna persona al sacerdocio si no cumple con el perfil puesto por la misma institución. Puedo pedir mi ingreso al Club América (por ejemplo) pero si no le quiero ir al América o si decido de pronto irle a las Chivas, no puedo permanecer en el Club. Son las reglas. Y las instituciones están hechas de reglas y para las reglas.

Un nuevo documento me da una nueva oportunidad de preguntarme ¿por qué seguir pidiendo a la iglesia la aceptación? ¿Es una forma inconsciente de buscar la aprobación de “mamá” para mi forma de vida?

Que la iglesia puede poner las condiciones que quiera, es su derecho. Que la motivación sea justa, es harina de otro costal. ¿Lo hacen para proteger la calidad del servicio que se da al pueblo de Dios o lo hacen para darse baños de pureza? ¿Es una medida para asegurar sacerdotes humanamente equilibrados, emocionalmente sanos, sexualmente maduros, o es una forma de mostrarle al mundo que sí están haciendo algo para detener los abusos sexuales de los curas? Creo que por aquí podría darle a la reflexión y luego aplicarla a mi vida.

Porque yo también tengo “criterios de admisión” en mi círculo de amigos, en mis relaciones personales, en mis relaciones amorosas. Yo también “saco” a quienes no cumplen con mis requisitos, yo también “investigo” para averiguar si la persona es fiable o no, si lo que me dice es verdad, si me conviene como amigo/a, si vale la pena invertir en amarla o no. Lo que hay en el corazón de la iglesia está presente también en mi corazón.
¿Me acepto? ¿Me rechazo? ¿Me aprecio? ¿Me descalifico?... ¿Me amo?

Que me mire a mí mismo con los ojos de Dios, solo así sabré como ayudar a la pobre iglesia a ser más la iglesia que Jesús desea.


J. Álvaro Olvera I.

jueves, octubre 30, 2008

Pasando de la autodefensa


Anoche estábamos charlando con unos seminaristas que visitaron el espacio de reflexión teológica. Entre las preguntas, surgió una que nos dio pie a una interesante reflexión. Preguntaron qué hacíamos para dar a la gente gay herramientas para defenderse en una sociedad que los excluye.

De inmediato, varios de la Comunidad dijeron que no estábamos dando a la gente herramientas de defensa, pues una vez que se hacía la experiencia de que Dios nos amaba, no había necesidad de defenderse. Escuché las tres intervenciones mientras algo en mi interior decía: ¡no estoy de acuerdo con ellos! ¡Claro que hay que dar elementos de defensa! Me escuché pensando esto y me di cuenta que estaba atestiguando uno de mis cambios de perspectiva. Intervine en la conversación y dije:

La Comunidad ha evolucionado. Comenzamos siendo un grupo de atención pastoral a gays, ellos eran nuestra meta, el objetivo de nuestro trabajo y la razón de nuestra dedicación. Pensamos que había que darles armas para defenderse, así que lo primero fue organizar un curso de Biblia, donde se hablaba de los textos usados para condenar la homosexualidad. En nuestro curso, la gente aprendía que esos textos se estaban interpretando de otra manera, lo que los biblistas decían al respecto y se hacía una crítica a la interpretación tradicional de la iglesia.

Luego, decidimos hacer el famoso “retiro de reconciliación” que no era más que un encuentro de dos días para hablar de la realidad de las personas homosexuales y cómo la fe y su visión de Dios les habían servido o les habían hecho más grave el proceso de amarse a sí mismos. A través de las charlas, tratábamos de mostrar que Dios no hace acepción de personas y que su amor infinito es para todos, gays incluidos.

Así que, al inicio, sí buscábamos dar a la gente gay armas para defenderse de las agresiones del mundo. Incluso organizamos un encuentro con padres de familia cuyo mensaje era: ¡Acéptenlos!

Más tarde, sería Dios mismo quien nos haría dar un giro pues en uno de nuestros retiros de reconciliación de los quince participantes sólo dos eran gays, los otros eran heterosexuales. Me sentí fracasado pues creí que para ellos había muchos tipos de retiro, que podían ir a su parroquia, pero que la gente gay no tenía más que a nosotros. Me sentí molesto porque les dimos lugares a ellos y el retiro que era para gays se llenó sin gays.

Durante ese fin de semana, descubrí que los heterosexuales presentaban las mismas dificultades que los gays en torno a la sexualidad: culpa, sensación de pecado, de ser indignos a los ojos de Dios, de no relacionarse con él por sentirse “sucios” por su forma de vivir su sexualidad y gozar del sexo.

Así que, sin quererlo y aun con mi enojo, la Comunidad sintió un llamado más amplio. Dejamos de ser un grupo cerrado y abrimos las puertas a quienes necesitaran un proceso de reconciliación entre su fe y su sexualidad. Transformamos el plan de estudio teológico y la estructura de los retiros.

Con el tiempo, la Comunidad supo que el secreto era una profunda y seria relación con Dios y para ello era necesario hablar de las ideas que nos hacemos sobre él por la cultura y la religión que hemos recibido. Al mismo tiempo que analizábamos esto desde la teología, abrimos espacios de oración contemplativa, para que la gente pudiera probar aquellas cosas que aprendía en el estudio teológico.

Y, en efecto, todo estuvo en que la gente comenzó a estudiar y a orar (al fin de cuentas, la auténtica teología es experiencia y no teoría, así como una sana oración ha de estar bien fundamentada) se dieron las transformaciones: había más auto aceptación en los gays, los heteros se mostraron más abiertos, ambos aceptaron convivir juntos, había más sentido de la dignidad personal, más conciencia de la necesidad de respetarse y hacerse respetar. Sin buscarlo, la gente tenía ahora auténticas herramientas para sentirse amados con su orientación sexual, sus opciones de vida y su estado civil o de salud.

La Comunidad se construyó como lo que ahora es: un espacio de convivencia, estudio y experiencia de un Dios amoroso. Han llegado más heterosexuales y algunos homosexuales se han ido reprochándonos que en nuestros espacios no se da “la convivencia y la diversión” (sabrá Dios qué entienden por eso, claro) o que no somos suficientemente “activistas”.

El padre Gerardo, nuestro fundador, nos decía: “Mi trabajo es con los gays, pero mi pasión es mostrar un rostro nuevo de la iglesia”. A estas alturas, se ha cumplido el sueño de quien dio su vida y su salud para que existiéramos, pues somos una Comunidad que recibe a los gays, pero que muestra un modo diverso de ser iglesia de Jesús.

J. Álvaro Olvera I.

miércoles, octubre 29, 2008

Los muertos vienen


Dos de noviembre, ya se está cocinando el pan de muerto, las calaveras de azúcar sonríen desde los estantes y el papel picado vuela en los puestos del mercado. La fiesta de los muertos llega y con ella, las mesas se adornan y los altares se pueblan de manjares en memoria de los que se han ido.

Cuando era niño, me decían que esa noche los muertos regresan del más allá, siguiendo el aroma de su comida favorita, guiados por las velas, a través del camino de las flores de zempasúchitl (como quiera que se escriba el nombre de la famosa flor de muertos) A mi me daba miedo, pero no me aguantaba las ganas de espiar a ver si alcanzaba a ver al abuelo Antonio comerse algo.

Al entrar al seminario, esa idea fue arrancada: los muertos se van al cielo (o al infierno, depende) y no regresan a nada, según lo que mi formador decía ser la fe de la iglesia.

Ahora, lejos de los días de mi infancia (cuando menos de mi infancia física) y ya libre de la estrechas visiones sobre la vida, me veo poniendo un altar de muertos en un rincón de mi casa: velas, papel picado, algo de fruta, una o dos fotos y mucha magia, porque para mí la fiesta de los muertos es una fiesta mágica.

Esa noche, la puerta de este mundo y el otro se abren y los espíritus se hacen presentes, no porque se hayan ido al cielo (¿qué clase de gente es esa que se va felizmente a gozar a Dios y nos deja aquí solitos? ¿No que nos querían tanto?) sino porque siempre presentes, no son siempre obvios para la mayoría de la gente.

Los espíritus se presentan, se acercan a las ofrendas con una mirada entre triste y curiosa, como recordando con nostalgia lo que les gustaba y ya no tienen y preguntándose al mismo tiempo como es que podemos seguir viviendo con eso que comemos. Pasan la noche aquí y regresan a su mundo al amanecer.

¿Los has visto? Yo sí.

Son como nubes, como sedas chinas (de las buenas, entiéndase, de las que usaban las Emperatrices del pasado) A veces, cuando hay un niño o adolescente sensible, se pueden ver como a través del cristal de la ventana en una tarde de lluvia. Los perros siempre los miran, y mueven sus rabos emocionados porque no los han olvidado.

Yo los miro, supongo que son mis genes perro – porque llegué a la conclusión de que mi fácil comunicación con los cánidos se debe más bien a que en mi ADN hay presencia perruna – Y a veces me hablan. Claro que no hablan con palabras nuestras, pues no tienen ya pulmones ni el aire vibra en sus cuerdas, pero me hablan, me dicen cosas.

Una vez, fue aquella abue la que me dijo: “Siempre estaré en esta puerta, cuidándolos” (¿te acuerdas, viejhote)?; otra, fue el viejo tío homosexual que aún en la tibieza de la muerte estaba buscando al amor de su vida.

Una noche fue Lipotimia, mi perra (la que se llevó la perrera cuando yo estaba en la escuela ante la mirada complacida de los adultos que no entienden nada de lo que pasa entre uno y su perro) la que se presentó. Jugamos como locos, pero no pudo recoger el trapo que le lanzaba, solo sonreía – porque los perros, señores míos, sonríen de una manera tan limpia e inocente como ningún ser humano, salvo Jesús o Buddha, puede hacer – se sentó a mi lado como en los viejos tiempos y me preguntó si aún la quería. Yo hundí mi rostro en su traslúcido pelaje y la llené de besos y le dije: “si yo hubiera estado en casa, nadie te hubiera llevado”. “Bien lo sé”, respondió, y me lamió el rostro. Desde esa noche, en cada ofrenda de muertos dejo un puño de croquetas In Memoriam.

No me da miedo la muerte, no me asusta. Pienso en la gente que me voy a encontrar: mi abue (pinche Chabela, me dejaste solito y te necesitaba tanto) mi abuelo al que no conocí, todos mis perritos, mis ratas blancas, mis pollitos y patos, los canarios, las hormigas y las cuijas acapulqueñas, las palomas, Carmelo Conejo y sus hijos y hasta Rayito, el cuyo de mi sobrino que feneció asfixiado cuando lo dejaron encerrado en el auto a las doce del día.

Y pienso en Jesús y en Buddha, en Maestro Eckhart y Jualiana de Norwich, en Teresa y en Juandelacruz, pienso en Francisco y en Martín de Porres y toda su sarta de bichos, avechuchos y demás animalillos; pienso en mis amigos que murieron por el SIDA, y en Cleopatra y Marco Antonio… ¡Dios santo, cuántos reencuentros tendrá la muerte para mí! ¡Qué emoción!

Y si piensas que me volví loco, nomás espera despierto la noche del día primero al día dos, siéntate cómodamente, abre los ojos y sabrás.

Pero no abras los ojos del rostro, esos que se van a comer los gusanos, zopenco, sino los del corazón, que – como reza una leyenda callejera que vi en foto – algunas cosas necesitan ser creídas para poder ser vistas.

Luego de las visitas de mis espíritus la noche de muertos (y de mis visitas a su mundo una que otra vez) mi corazón queda muy feliz, muy en paz. Aprendo que la vida, el Gran Misterio de la Vida, no termina cuando uno se va de aquí, sólo cambia uno de forma a otra más suave… Sí, ahora que lo pienso, la muerte lo vuelve a uno del mismo material del que están hechos los sueños, las ilusiones, las hadas y los besos robados, sólo que más sabios.



J. Álvaro Olvera I.