Ya sabes que me encanta ir al cine. La semana pasada fui al cine a ver Navidad, S.A., para comenzar a ambientarme a mí mismo en el espíritu navideño. Luego, fui al mercado de Medellín, a comprar cosas para adornar mi casa. Casi todas las cosas que encontré en el mercado tenían figuras de Santa, renos, muñecos de nieve, pinos nevados, etc. Estaba meditando sobre estas dos cosas y me di cuenta de un curioso detalle: todo gira en torno a Santa y al concepto de navidad que hemos importado del otro lado del Río. La película trata el asunto de tener o no tener fe en Santa. Los adornos, son cosas relacionadas con Santa. Fuera de las figuras del Niño Jesús, no había nada que me hiciera referencia a la idea de Navidad que considero central: el nacimiento de Jesús.
Curioso ¿no? La Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús, pero parece que el personaje central ha terminado siendo el gordito vestido de rojo. Navidad significa “nacimiento”, pero para nuestra cultura parece que ha venido a significar “llegada de Santa” Y no digo que sea malo, pero a mi me sigue encantando el viejo espíritu de la Navidad.
Para mi la Navidad sigue siendo el tiempo de limpiar toda la casa, de sacar cosas de las cajas y ver qué esferas sobrevivieron y cuáles hay que reponer. ¿Te has mirado en un trozo de esfera? Si lo giras, verás que tu cara se deforma y puedes hacer gestos solo para mirar cómo sería tu rostro si no fuera como es. Es de lo más divertido.
Es el momento de prender las luces de colores y permanecer sentado mirándolas prender y apagar una y otra vez. Intenta quedarte cuando todos se vayan a dormir; siéntate en un rinconcito y date media hora para mirar y re mirar las luces. Es mágico, las sombras cambian y las cosas parecen moverse como si danzaran al rito de los villancicos.
Navidad es el tiempo de poner un pesebre vacío porque el Niño “aun no llega”. Pasar semanas esperando el momento en que, por fin, el Niño haría su aparición, envuelto en una manta blanca, para ser arrullado entre dos, mientras le cantamos canciones de cuna. ¿Alguna vez presenciaste el arrullo? Entre las luces de colores, las velas de posada, las mantas blancas y los arrullos, puedes ver al Niño sonreír encantado de estar entre nosotros.
Curioso ¿no? La Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús, pero parece que el personaje central ha terminado siendo el gordito vestido de rojo. Navidad significa “nacimiento”, pero para nuestra cultura parece que ha venido a significar “llegada de Santa” Y no digo que sea malo, pero a mi me sigue encantando el viejo espíritu de la Navidad.
Para mi la Navidad sigue siendo el tiempo de limpiar toda la casa, de sacar cosas de las cajas y ver qué esferas sobrevivieron y cuáles hay que reponer. ¿Te has mirado en un trozo de esfera? Si lo giras, verás que tu cara se deforma y puedes hacer gestos solo para mirar cómo sería tu rostro si no fuera como es. Es de lo más divertido.
Es el momento de prender las luces de colores y permanecer sentado mirándolas prender y apagar una y otra vez. Intenta quedarte cuando todos se vayan a dormir; siéntate en un rinconcito y date media hora para mirar y re mirar las luces. Es mágico, las sombras cambian y las cosas parecen moverse como si danzaran al rito de los villancicos.
Navidad es el tiempo de poner un pesebre vacío porque el Niño “aun no llega”. Pasar semanas esperando el momento en que, por fin, el Niño haría su aparición, envuelto en una manta blanca, para ser arrullado entre dos, mientras le cantamos canciones de cuna. ¿Alguna vez presenciaste el arrullo? Entre las luces de colores, las velas de posada, las mantas blancas y los arrullos, puedes ver al Niño sonreír encantado de estar entre nosotros.
Navidad es tiempo de besar la imagen del Niño, pues por cada beso que le des recibirás una colación, el dulce típico de la época; es tiempo de contemplar al Niño, colocado en el pesebre, y pensar en los millones de niños y niñas en el mundo que han nacido y viven en situaciones de pobreza semejante y que, siendo los pequeños de Dios, no habrá para ellos una Navidad con dulces.
Navidad es tiempo de preparar el menú para la cena, sabiendo que quizá no estaremos todos los del año pasado, por lo que hemos de poner “reconciliación, amor y unión” entre los ingredientes principales del Bacalao, los romeritos, la pierna horneada o el pavo. Y tiempo de dar la bienvenida a los que estarán por primera vez en nuestra cena familiar, sabiendo que la vida es así, pérdidas y ganancias, que nos van ayudando a crecer y madurar.
Navidad es tiempo de pensar en regalos (sí, yo no soy de esos que pretenden que en la celebración religiosa de Navidad no debe hacer interés por las cosas materiales) Regalar, pero cuidando que el regalo vaya cargado con un amor auténtico y que el destinatario del regalo note ese amor los otros 364 días del año. Sólo así nuestro regalo será “navideño” y no cualquier regalo de tómbola.
Navidad es tiempo de preparar chocolate y churros para celebrar con los niños de la familia el momento mágico de encender el árbol por primera vez. Es tiempo de contar la historia del nacimiento de Niño, tiempo de abrazar, tiempo de estar juntos, tiempo de llorar por el dolor del mundo, de saber que el Niño sigue llegando sin importar como será recibido.
Navidad es tiempo de reconocer que sin la magia de la Navidad (esa que nos hace sentir el corazón ancho ancho, capaz de acoger a todo mundo y de desear paz incluso a los desconocidos) la vida sería absolutamente gris.
Celebra la Navidad como quieras, pero no apagues en ti la MAGIA de disfrutar las pequeñas cosas, de recuperar tu capacidad de asombro; la MAGIA de sentirte hermano hasta de los renos de nariz roja.
J. Álvaro Olvera I.
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