jueves, marzo 24, 2011

Encarnarse (II)

Toda acción de Dios en este mundo es acción humana.

Seguimos. Entonces, si Dios sólo acontece en lo humano, toda acción de Dios en este plano es acción humana.

Por ello, la solidaridad, por ejemplo, es Dios siendo solidario; el amor es Dios amando; la investigación científica es Dios investigando... ¡Genial! Ahora comprendo la respuesta a la pregunta por lo que Dios hace ante ciertos problemas: Dios se en carna y actúa en carne a través y en mis manos, mis palabras, mi Corazón.

Es preciso decir, y creo que aquí entra el Misterio, que si es verdad que toda acción humana es Dios actuando y que Dios actuando sólo puede ser en acción humana… matar es acción divina. Sí, así es, el mal y el daño que el ser humano hace no es “del diablo” porque no somos dualistas, como si existiera una divinidad del mal y una del bien, sino que es acción de Dios, en carnado en una mente ofuscada, en un corazón dividido, en una carne enceguecida por el egoísmo.

Y esto es así porque si Dios sólo se en carnara en los “buenos” o sólo lo hiciera en los “pobres” (como dice la Tradición refiriéndose al evangelio de Mateo) no sería Dios. Dios ha de poder hacerse presenten incluso ahí donde los seres humanos vemos el mal y hacemos el mal ¿o es que no le alcanzarán el poder y la compasión para ello? ¿Será que hace distinciones entre bueno y malos, justos e injustos para en carnarse?

De aquí que no haya acciones de Dios al modo de la Apocalíptica. Dios no nos va a venir a salvar del desastre ecológico que nosotros no hemos querido evitar. O, en otro sentido, la manera en la que Dios viene a colaborar con la salvación ecológica del planeta son mis manos, simples y pequeñas, que lo hacen presente desde la fragilidad, desde la nada que soy ante las industrias que contaminan, los empresarios que talan el Amazonas y quienes contaminan los mares.

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