lunes, enero 04, 2010

Epifanía 2010


Epifanía es la fiesta de la contemplación de lo humano y el descubrimiento de lo divino.

A José y a María se les prometió aquel que sería llamado Hijo de Dios, heredero del trono de David. ¿Y qué vieron? Angustia, dolor, viaje, pesebre y al final escucharon el llanto del recién nacido, parecía una ratita como todos los bebés; frágil, seguramente no muy llenito, pues los índices de desnutrición eran altos en ese tiempo y en ese lugar. Ante esta realidad humana (el bebé) dieron el salto de la fe y creyeron en que algo del Misterio Divino se estaba moviendo ahí.

A los pastores se les prometió aquel que sería su Salvador. ¿Y qué vieron? Un recién nacido acostado en un pesebre, a lo mejor con el pañal sucio. No contemplaron al Salvador sino al bebé, pero dieron el salto de la fe y actuaron creyendo que algo del Misterio Divino se manifestaba ahí.

Los Magos esperaban encontrar al Rey de los judíos. ¿Y qué vieron? un pequeño en brazos de su madre. No vieron al Rey glorioso que merecía sus dones, sino un simple bebé, pero dieron el salto de la fe y creyeron que es esa realidad humana algo del Misterio Divino se hacía presente.

Ellos, José, María, pastores y Magos, vieron cosas muy humanas, pero su fe los hizo comprender el misterio divino que se ocultaba ahí. Ellos no conocían el final de la historia, así que no pudieron “ver” si lo que creían por fe era real o no, sencillamente creyeron, unos que ese niño sería Rey, unos que sería un Salvador, otros que sería llamado Hijo de Dios.

Para ellos, lo humano contenía lo divino.

Nosotros, muchas veces, nos quedamos en lo humano, sin alcanzar a ver lo que del Misterio Divino se hace presente a nuestro alrededor. Vemos crisis, tráfico, corrupción, pederastia, homofobia, “falta de valores”, “destrucción de la familia”, pero, ¿alcanzamos a ver lo Divino que se mueve ahí.

Porque Dios se revela en lo humano, así que algo de Dios está presente, de algún modo, con algún sentido, es eso humano que alcanzamos a ver. Pero necesitamos abrir los ojos.


Tú eres humano, por ello, el Misterio Divino se revela en ti, se manifiesta a través de ti como eres, con todo lo que eres, así como eres. Si opacas, escondes o niegas tu humanidad, estás haciendo lo mismo con el Misterio Divino. Si aceptas, amas y asumes tu humanidad, en esa misma medida estarás abriendo la puerta al Misterio de Dios para que pueda irradiar desde ti.

No tienes que llegar a ser perfecto, no tienes que llegar a ser santo, no tienes que llegar a ser un místico.

De hecho, por ser humano, ya eres esas tres cosas y más.

Que este año podamos, como José y María, como los pastores y los Magos, acoger lo humano (en el mundo y en nosotros mismos) con la fe puesta en que ahí se manifiesta lo Divino.



J. Álvaro Olvera I.

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