jueves, enero 14, 2010

Cuando los hermanos se encuentran

No recuerdo haberlo visto antes, quizá sí, pero no lo recuerdo.

La matanza del 68; la crisis del 2000; los asesinatos del crimen organizado; la pederastia clerical… estos temas fueron o son de tanta importancia para la vida del país, pero no lograron (repito, que yo recuerde) lo que ha logrado el matrimonio gay: reunir a la iglesia evangélica, al ortodoxa y la romana en un mismo acto de culto, en una misma postura. Esto nos da una idea del tamaño del “enemigo” que las iglesias están viendo en la propuesta de ley. Nada nuevo, las iglesias cristianas (salvo la anglicana) siempre han sido así y siempre han pensado así, esto es una muestra más, una desafortunada e insultante forma más, de mostrar a la gente homosexual que sus respectivas jerarquías NO están dispuestas ni siquiera al diálogo, no digamos a modificar su postura.

Triste y doloroso para todos los gays, pero sobre todo para quienes queremos seguir viviendo nuestra fe sin renunciar a nuestra realidad. Como me dijo una vez el anterior Obispo anglicano: quieres ser romano y acercar a los gays a una iglesia que no los acepta… ¿no crees que es por lo menos algo raro? En aquel tiempo pensaba que no, luego me di cuenta de que tenía razón.

La discusión sobre el matrimonio homosexual está poniendo sobre la mesa, para los creyentes gays, el dilema de pertenecer o no a una iglesia que piensa así, cómo pertenecer, a qué iglesia ir si no es a esta y si, al fin, habría que pertenecer o no a alguna denominación cristiana. Sé que para los no creyentes tal dilema es un sofisma, pero para nosotros, créanme, es un dilema doloroso.

Miles de homosexuales, educados en la idea de que su iglesia es la única verdadera y el único medio para “salvarse”, se quedarán ahí, escuchando toda la discusión, leyendo lo que dicen sobre ellos sus pastores. ¡Cuánta culpa, cuánto dolor he visto en ellos! Se saben rechazados, pero no ven más camino que quedarse en su iglesia, tratad de “comportarse” y vivir sabiendo que están “en la tablita”, jugándose su “salvación” en cada encuentro con otro hombre.

Algunos han decidido dejar por completo el cristianismo organizado: no se congregan, no tienen grupos de referencia, su fe es un asunto personal, aman a Jesús, pero han dado un “no” rotundo a las iglesias o grupos de creyentes.

Otros, algunos amigos míos, han pasado a la iglesia anglicana, la única que tiene una postura distinta entre las iglesias cristianas tradicionales. Decidieron dejar una iglesia que no los acepta e ir a una que sí lo hace.

Los menos hemos formado pequeños grupos, comunidades donde continuamos viviendo lo mejor de nuestra tradición, pero sin aceptar ningún punto doctrinal sobre la homosexualidad. Existen comunidades católicas romanas, evangélicas, metodistas, etc., que hacen lo propio, pues no queremos renunciar a nuestra tradición, pero no vamos a aceptar las doctrinas que se oponen al espíritu de inclusión y tolerancia de la humanidad, o que se oponen a los datos que aportan las ciencias humanas.

A estas alturas quizá la única forma de mostrar a las iglesias que no estamos de acuerdo es dejarlas, porque caminos de diálogo no se ven.

Lo que me consuela es algo que aprendí en la teología: la iglesia no es mayor que Jesús, sino que está al servicio de Jesús. Si la iglesia quiere ser más grande que Jesús, se ha equivocado.

Así sea.


J. Álvaro Olvera I.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

EL DIOS CATOLICO ES UN DIOS QUE TODO LOVE Y TODO LO SABE...PERO QUE NO ARREGLA NADA.....

Anónimo dijo...

ahh que risa hablas de libertad y no publicas blogs sin aprobarlos

Anónimo dijo...

ohhh por favor si de verdad creyeras en Jesus sabrias que la homosexualidad es un pecado, asi como el mentir, el juzgar, el matar, el violar...digo a mi si me gusta mucho el chisme y en mi iglesia pues siempre me siento muy mal porque se que al rato voy a chismear ...hago mi "iglesia" de los chismosos que no se pueden arrepentir????