miércoles, julio 16, 2008

Panda y Dios (primera parte)


(Dedicado especialmente a la Madre Panda)

Dios nos habla a través de toda la realidad, especialmente a través de lo humano. Y una de las cosas más humana que existen es el arte. En esta ocasión quiero contarte lo que me pasó cuando fui a ver Kung Fu Panda.

Escuché la voz de Dios en una caricatura. ¡¿Qué?! Pues si, esta película, además de divertida y de lo fácil que es identificarse con los personajes (huelga decir que me identifiqué con el panda, y si me conoces en persona sabrás porque), me ha dejado un par de aprendizajes que te comparto.

El panda (que justo ahora he olvidado su nombre, pero creo que era Po) sueña con ser algo, pero ese “algo” no es lo que se espera de él, lo que se supone que debe ser porque así son las cosas: hacer feliz a su padre, seguir la costumbre, respetar la tradición, etc.

Anhela algo, pero asume que eso que anhela no es para él, porque incluso su mismo físico – la manera en que lo hizo la naturaleza – no parece estar diseñado para alcanzar la meta que tanto desea.

Su mundo comparte esa opinión, el destino que le han marcado es servir sopa de fideos, prepararla, atender a los clientes y esperar a que se le entregue el ingrediente secreto de la sopa de ingrediente secreto, lo que se supone le dará lo que le falta para ser feliz.

Y ahí está Po, sirve que te sirve, mezcla que te mezcla, atendiendo mesas y escapando de su mundo al mundo donde intuye que está su felicidad… aunque escape sólo en sueños.

La casualidad (¿sí?) lo pone en el centro del templo del Kung Fu, donde verá confrontado su sueño con la incredulidad de todos, menos de uno. Po lucha, se desanima. Acaba por tirar la toalla, convencido que lo que los demás le han dicho siempre es verdad, que un tipo como él nunca podrá ser un maestro Kung Fu. Resignado, toma el carrito de la sopa de fideos y sale con su padre a cumplir lo que se espera de él. (no te cuento más, por si no la has visto aún. No quiero amanecer ahorcado por contar el final de las películas)

¿Qué tanto de Po tienes dentro de ti? (mmm, creo que la voz de Dios son más preguntas que respuestas. Lo siento por quienes esperan de Dios una respuesta, que parece que El no sabe más que dar buenas preguntas)

A lo mejor lo que se espera de ti no te está haciendo feliz, pero te has habituado a cumplirlo.

Quizá tengas un sueño, un anhelo, pero te has convencido que lo tuyo es servir sopa de fideos.

Puede que halla algo dentro de ti, muy dentro, que te grita que tu camino es otro, que eres libre de tomarlo porque se trata de tu vida, y sólo tienes una, pero miras tu físico y te convences que lo que sueñas no es lo que corresponde a “tu naturaleza”.

Tal vez has tirado la toalla, convencido de que “un panda gordo” no logrará nunca ser un maestro Kung Fu, tal como te han repetido toda la vida.

Puedes ser cura o monja, gay o hetero, bi o travesti, casado o divorciado, soltero o con pareja de tu mismo sexo… ¿Qué tan Po te has creído que eres, qué tan Po-mente vives para cumplir expectativas, para no vivir tu vida, para darle gusto a alguien más?

Y si te descubres Po y me preguntas qué se puede hacer, te digo que hay un modo: el Pergamino del Dragón que se comprende a la luz del ingrediente secreto de la sopa de ingrediente secreto. Si ves la película sabrás de lo que hablo. Y cuando lo sepas, verás que es la voz de Dios susurrando a tu corazón.


J. Álvaro Olvera I.

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