lunes, diciembre 12, 2005

Monja holandesa se revela contra el Vaticano

Fecha de publicación: 06/12/2005

Por Alberto Roa - (OpusGay).-

Tras visitar Chile, la monja holandesa Yosé Höhne-Sparborth cuestiona en exclusivo para OpusGay el instructivo del Vaticano que impide ordenar sacerdotes gays. Sostiene que la homofobia legitima variadas injusticias y lamenta que el Vaticano no se haga cargo de los abusos contra menores y de un machismo interno que se ha traducido en la violación de mujeres por parte de sacerdotes.

Cuando en julio pasado la teóloga y monja holandesa Yosé Höhne-Sparborth visitó Chile, causó más de un revuelo en el país por expresar públicamente su apoyo a las luchas del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh).

Su planteamiento de que "Dios no condena a los homosexuales" despertó incluso el interés de El Mercurio, el diario más influyente del país que la rebautizó en un extenso artículo como la "novicia rebelde".

Hoy Yosé, quien nació en un camión militar estadounidense y vivió gran parte de su infancia en un orfanato, vuelve a levantar la voz a favor de las minorías sexuales, esta vez criticando el último instructivo papal que impide nuevas ordenaciones de sacerdotes homosexuales.

Y en sus cuestionamientos a esta orden no da tregua en un artículo redactado especialmente para OpusGay, pesando por alto que el instructivo del Vaticano sostiene que la Iglesia no puede admitir en su seno a quienes apoyan la "llamada cultura gay".

En su calidad de representante del Movimiento de Base en la Sección de la Fe del Consejo de las Iglesias, Yosé lamenta que el documento al tratar la "madurez efectiva" de sus aspirantes al sacerdocio no se haga cargo de todo lo que involucra ese concepto, como es la incapacidad emocional de los religiosos, independiente de su orientación sexual, o la imposición del celibato que se basó en " la demonización de la sexualidad, del cuerpo femenino y de las mujeres".

Yosé, quien como pacifista ha estado en Irak y en manifestaciones contra las armas nucleares, critica también que el instructivo pase por alto la vulnerabilidad del sexo femenino en la Iglesia. "¿Acaso todavía no se sabe en el Vaticano cuantas mujeres ya por siglos han sido violadas por sacerdotes?", se cuestiona.

En su artículo, titulado "Las Urgencias de la Instrucción del Vaticano", la religiosa divide su análisis en tres partes. Primero aclara que el instructivo no tiene valor jurídico, y luego rescata que en algunos de sus párrafos existe cierta apertura a los derechos de las minorías sexuales.

Sin embargo, en una tercera parte rebate la ideología y los énfasis del instructivo, preguntándose por qué la Iglesia no "problematiza los escándalos provocados y ocultados por sacerdotes heterosexuales" , y finaliza con un análisis de las interpretaciones descontextualizadas o parciales que, a su juicio, hace el Vaticano de la Biblia para explicar su rechazo a las prácticas homosexuales.

En su introducción sostiene que "el mundo esperó durante meses la instrucción del Vaticano denominada "sobre los criterios de discernimiento vocacional con respecto a las personas homosexuales de cara a su admisión al seminario y a las órdenes sagradas""

"Una vez publicado el documento los comentarios divergen, pues la instrucción es multi-interpretable, abriéndose la discusión de un texto que pretende arreglar y corregir una práctica actual".

A continuación se reproduce en su integridad el artículo de Yosé:

"Para que las y los fieles entiendan bien que existe la posibilidad de discutir, es necesario adelantar algunas acotaciones jurídicas.

Según las reglas de la Iglesia Católica, una instrucción no tiene tanto valor como una ley. Una instrucción es más bien un deseo del Vaticano que puede negarse en la práctica. Por ello, es al menos debatible.

La ley eclesial, en tanto, también se puede discutir, siendo un ejemplo el cardenal Simonis de Holanda, quien abrió una nuevo debate sobre la posibilidad de ordenar a varones casados como sacerdotes.

De otro lado, cuando la Iglesia ordena una ley, puede retirarla, por lo que igualmente cualquier norma eclesial se puede discutir. Sólo mientras la ley está vigente, los obispos tienen el poder de castigar a quien no se comporta según la regla; al igual como ocurre con las leyes profanas.

En países muy católicos las personas muchas veces creen que las palabras vaticanas son infalibles. Pero ello es una equivocación popular que, en casos como la instrucción analizada, se debe corregir.

La infalibilidad, dictada en 1870, se conecta solamente con una proclamación papal "ex cathedra", es decir, con la proclamación de un dogma. Desde ese año el Papa solo una vez proclamó un dogma. Y aún así, en la interpretación eclesial más rígida de las reglas católicas, gozamos los católicos del derecho a una discusión de fe.

Efectivamente es necesario, a este punto, analizar los criterios que los obispos y los superiores mayores consideran para la aceptación de candidatos al sacerdocio, por lo cual concuerdo con el Vaticano en la urgencia de tal debate. Por ello, espero que en verdad en los próximos años discutamos profundamente los criterios de la selección de candidatos al sacerdocio"

Para partir, mi interés es contribuir a la discusión comentando distintos puntos de la Instrucción recien publicada, con la cual estoy de acuerdo en algunas posiciones:

1.- La instrucción representa un paso adelante en los pensamientos eclesiales frente a la existencia real de personas homosexuales. La instrucción expresa claramente que la discriminación hacia personas con tendencia homosexual es injusta.

Por tanto, en países donde la comunidad católica se inclina hacia la discriminación, los homosexuales pueden defenderse con esta instrucción. Y es que el documento indica que "en lo que se refiere a las tendencias homosexuales profundamente arraigadas, que se encuentran en un cierto número de hombres y mujeres, son también éstas objetivamente desordenadas y con frecuencia constituyen, también para ellos, una prueba. Tales personas deben ser acogidas con respeto y delicadeza; respecto a ellas se evitará cualquier estigma que indique una injusta discriminación. Ellas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en sus vidas y a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que puedan encontrar."

2.- Es urgente que los seminarios mejoren la selección de sus candidatos sobre la base de una "madurez afectiva", tal como la indica la Instrucción.

Al fin y al cabo, aún sufrimos por tantos sacerdotes incapaces de guiar a las y los fieles debido a su pobre emocionalidad.

Además no es excepcional que los sacerdotes afectivamente maduros sufran por culpa de un jerarca incapaz de manejar sus emociones y la de los religiosos problemáticos.

En este punto aplaudo el párrafo de la publicación que recuerda que "el Sínodo de los Obispos de 1990 también reflexionó sobre la formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales, con la intención de aplicar la doctrina conciliar sobre este tema y hacerla más explícita y adecuada al mundo contemporáneo".

3.- Mientras la Iglesia Católica exige a los candidatos sacerdotales hetereosexuales una práctica de castidad, a mí me parece justo demandar también tal práctica de castidad sacerdotal a los sacerdotes homosexuales.

Como la Iglesia todavía prefiere una formación sacerdotal con adolescentes, además concuerdo totalmente con la exigencia de que "el candidato no presente desajustes sexuales incompatibles con el sacerdocio" y también con que los aspirantes adolescentes muestren que "claramente (han superado) al menos por tres años (sus prácticas sexuales) antes de la Ordenación diaconal.".

El problema de este pasaje, es que la exigencia es formulada solo a los homosexuales, y no a los heterosexuales. O sea, la Instrucción sigue dejando abierto el sacerdocio para candidatos heterosexuales sin madurez afectiva.

Mientras los puntos anteriores reflejan algún tipo de apertura, otros son discutibles. Urge, en ese sentido, formularse algunas preguntas, precisamente porque la instrucción pretende "aplicar la doctrina conciliar sobre este tema para hacerla más explícita y adecuada al mundo contemporáneo".

1.- El mundo contemporáneo exige abrir la discusión sobre la castidad sacerdotal obligatoria. Es necesario, eso sí, distinguir la castidad de los monjes y las monjas, porque aquella se basa en la propia voluntad arraigada en la espiritualidad monacal.

Y es necesario abrir la discusión no sólo por el hecho que faltan candidatos sacerdotales en grandes partes del mundo. Es más necesario por la realidad de tantos sacerdotes que se olvidan e inician relaciones sexuales muchas veces abusando de su posición de poder.

Más importante todavía es darse cuenta de la historia de tal celibato obligatorio. Desde el siglo VI surgió la idea del celibato por causas económicas: la iglesia necesitaba tierras para alimentar al pueblo pobre y se levantó la idea del celibato obligatorio para el alto clero (noble) para que la iglesia heredara las tierras de tales sacerdotes.

En la lucha sobre el celibato obligatorio, que se prolongó unos diez siglos, la legitimación "teológica" de tal aspecto se basó en la demonización de la sexualidad, del cuerpo femenino y de las mujeres.

Urge, entonces, que la iglesia revise las "teologías" en que está basada esa historia, es decir, es de gran relevancia revisar toda la idea del celibato obligatorio.

La legitimación `teológica' del celibato contribuyó finalmente a la discriminación de las mujeres y construyó las condiciones familiares que todavía facilitan abuso sexual familiar hacia mujeres y niños.

La mayoría de los obispos se silencia profundamente frente a este problema, y esta Instrucción sigue silenciando. ¿No reconocen este problema como urgente cuando reflexionan sobre `las exigencias de la Iglesia sobre la castidad sacerdotal y sobre la madurez afectiva específica del sacerdote'?

2.- Se ha dicho que el Vaticano consideraba necesaria `la aplicación de la doctrina conciliar' por los escándalos masivos que se registraron en el sacerdocio estadounidense, donde las víctimas sexuales de distintos religiosos han significado un fuerte costo a la Iglesia.

Si es así, es lamentable que la Instrucción se limite a homosexuales, porque con esto está provocando una confusión entre pedófilos y homosexuales. Una confusión que todavía existe en muchos países donde discriminan por la orientación sexual.

Los homosexuales son personas que se sienten atraidas hacia personas del mismo sexo. Los pedófilos son personas que se sienten atraídas hacia niños. Ambas realidades son muy distintas, porque en el caso del pedófilo siempre existe desigualdad de poder, lo que siempre indica abuso sexual.

En un mundo donde encontramos mucha confusión sexual y mucho abuso sexual, no sirve entonces una Instrucción eclesial que aumente esa confusión.

3.- Si se habla de `desajustes sexuales' de candidatos sacerdotales y se pretende mejorar la selección hacia una `madurez afectiva', ¿por qué se limita la Instrucción alrededor de candidatos homosexuales, aunque la gran mayoría de los problemas sexuales se presentan en violación de mujeres y abuso de poder en esto? ¿Acaso todavía no se sabe en el Vaticano cuantas mujeres ya por siglos han sidos violadas por sacerdotes? ¿Por qué no problematizan los escándalos provocados y ocultados por sacerdotes heterosexuales? ¿Es posible que el Vaticano no esté en contacto con el mundo contemporáneo? ¿Es posible que el Vaticano esté demasiado lejos de la vida real, de las prácticas reales existentes?

3.- Mientras tantos varones heterosexuales, sean sacerdotes o laicos, en las culturas machistas no sabían desarrollar una madurez afectiva ¿por qué indicar que personas que practican la homosexualidad "se encuentran, efectivamente, en una situación que obstaculiza gravemente una correcta relación con hombres y mujeres"?

Considero que por lo menos tres afirmaciones de la Instrucción exigen ser corregidas:

1.- Cuando se indica que "la vocación es un don de la gracia divina, recibido a través de la Iglesia, en la Iglesia y para el servicio de la Iglesia", parece que "la Iglesia" está limitando a Dios, pues Dios no puede llamar a nadie sino a través de la Iglesia.

¿Cómo con los profetas, la Iglesia está equivocándose? La Iglesia pretende facilitar el contacto con Dios y la Presencia del Espíritu Santo, pero no es dogma que Dios no pudiera llamar a alguien fuera de la institución.

¿ No es arrogante que la institución esté apoderándose de la vocación? Claro, donde es un servicio formal de la Iglesia, ella es la responsable y debe expresar las exigencias a sus candidatos. Pero ¿eliminar la libertad de Dios para que llame fuera de la Iglesia a sus profetas?

2.- La Instrucción sostiene además que "según la constante Tradición de la Iglesia, recibe validamente la Sagrada Ordenación exclusivamente el bautizado de sexo masculino", con lo que reafirma en una sola frase tal práctica en la iglesía católica.

Dicha práctica, lamentablemente, todavía está creando a nivel social y familiar un ambiente de desigualdad que facilita la violación y la discriminación entre varones y sus esposas.

Por ello, exijo la revisión de esa frase, ya que es una afirmación infundada. Jesús claramente trató de terminar la exclusión de las mujeres en la sociedad judía. En las iglesias de Juan y de Pablo hubo mujeres en el ministerio. Todavía se encuentra en unas de las iglesias antiguas de Roma un mosaico de `Teodora Episcopal'.

Finalmente, el fenómeno del sacerdote no es del tiempo de Jesús, sino del tiempo post-Constantino, cuando la iglesia se convirtió en una Iglesia del Estado.

La discriminación de género como exigencia sacerdotal tiene su orígen más en el deseo machista de los varones eclesiales que en Dios. Y el argumento que Jesús ha sido varón, es un argumento débil: Jesús también ha sido judío, luchador por la justicia, pobre y provocador de los ricos...

3.- También en una sola frase la Instrucción indica que "respecto a los actos (homosexuales), se enseña en la Sagrada Escritura que éstos son presentados como pecados graves. La Tradición los ha considerado siempre intrínsecamente inmorales y contrarios a la ley natural. Por tanto, no pueden aprobarse en ningún caso."

Sobre ello, digo que con la tradición, no siempre, pero desde hace muchos siglos sí. En los primeros siglos se levantaron discusiones alrededor de los textos bíblicos donde en verdad se indica que la homosexualidad es un pecado. Pero en los mismos textos, no obstante, existen problemas que exigen una exégesis más profunda. Expongo, a continuación, pequeños comentarios sobre ello.

LA HOMOSEXUALIDAD EN LA BIBLIA
Los heterosexuales falsamente se han apoderado de algunos textos, al igual como los varones falsamente se han adueñado de otros, legitimando su superioridad.

Refiriéndose a las cartas de Pablo: Gálatas 5, 19-21, dice que "es fácil ver lo que hacen quienes siguen los malos deseos: cometen inmoralidades sexuales, hacen cosas impuras y viciosas, adoran ídolos y practican la brujería. Mantienen odios, discordias y celos. Se enojan fácilmente, causan rivalidades, divisiones y partidismo. Son envidiosas, borrachos, glotones y otras cosas parecidas. Les advierto a ustedes, como ya antes lo he hecho, que los que así se portan no tendrán parte en el reino de Dios."

En 1 Corintios 6, 9-10 se dice que "¿No saben ustedes que los malvados no tendrán parte en el reino de Dios? No se dejen engañar, pues en el reino de Dios no tendrán parte los que cometen inmoralidades sexuales, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los hombres que tienen trato sexual con otros hombres, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los chismosos, ni los tramposos."

Conviene a este punto preguntarse cómo una Iglesia que acepta a su lado a los ricos capitalistas sin preguntar, es capaz de tener coraje para juzgar a los homosexuales. Como vemos, solamente en Corintios, Pablo menciona en verdad a los homosexuales, pero en una fila de... Quien necesita legitimarse por Pablo para juzgar una práctica homosexual, debe pensar en toda la fila mencionada por él. Y es que ¿cuántos sacerdotes aman el alcohol?

Es en el Levítico donde se encontraría, de acuerdo a interpretaciones en todo caso, otro texto que podría juzgar el acto sexual entre varón y varón,

Conviene aclarar en primer lugar que en el Levítico 19, 22 se habla de la prostitución del templo de Moloch (21-23). Eso debe distinguirse de homosexualidad. La homosexualidad es una relación afectiva entre dos personas del mismo sexo. Prostitución es prostitución. Y la prostitución del templo es peor.

Es en el Levítico 20, 13, donde se habla de un acto que pudiera entenderse como una práctica homosexual, aunque el contexto puede indicar que se hacía referencia a distintas prácticas heterosexuales de violación.

Todavía en culturas muy machistas donde se desprecian a los homosexuales, se considera como valiente a un varón que viola a otro varón. Se menosprecia al varón violado, igual como se hace con una mujer: el acto de penetración es considerado como dominación. El menosprecio se dirige a la acceptación de la dominación, como se hace con la mujer.

Es decir, el juicio sobre "los homosexuales" se basa en una ideología de dominación masculina, lo cual urgentemente necesita revisión frente "al mundo contemporáneo," con tanta violación de mujeres.

Antes de legitimarse en Levítico, la Iglesia Católica debería estudiar profundamente tanto los textos bíblicos como las prácticas heterosexuales reales existentes, para así acercarse un poco a un mundo de justicia y paz familiar.

Otras dos lecturas bíblicas usadas para legitimar el juicio eclesial sobre los homosexuales. son Jueces 19, 1-20 y Génesis 19, 1-11.

Pero las dos historias tampoco tratan de homosexualidad, sino de violación a varones o a mujeres. Qué vergüenza que después de tantos siglos los varones eclesiales no sepan reconocer que se trata de violación.

Leyendo rápidamente los textos, se podría incluso entender que la violación a las mujeres no es pecado. Pero la violación a los varones si es pecado ante los ojos de Dios. ¿Acaso los varones ecclesiales no consideran pecado la violación a mujeres, al no entender de que se trata el texto?

Ahora, al leer precisamente el texto, tampoco es fácil estar de acuerdo con la ideología existente en aquel entonces, según la cual la violación a varones sería una perversión y a las mujeres no.

En el texto de Génesis son los ángeles mismos quienes evitan también la violación de las mujeres. Más aún, en Jueces son los varones de la ciudad quienes violan a la mujer, pero su esposo mandó el mensaje a las tribus de Israel y se desarrolló toda una guerra contra la ciudad donda tuvo lugar el acto. En suma, en aquel entonces se escribieron tales textos para juzgar la violación a mujeres, pero ¡los varones eclesiales no observan que se trata de violación!

Finalizado lo expuesto, espero que la última Instrucción del Vaticano levante una discusión profunda sobre todos los defectos que todavía existen en la ideología y la práctica eclesial frente a la discriminación hacia los homosexuales, la cual además legitima violencia, violación y discriminación hacia mujeres y una exégesis parcial de textos bíblicos.

Existe esperanza. En febrero se reunirá el Consejo Mundial de las Iglesias en Porto Alegre, Brasíl, y la Iglesia Católica también participará. Para uno de los grupos se produjo un texto sobre la sexualidad, tratando de ayudar a las Iglesias a revisar su opinión Medieval.

No hay comentarios.: