lunes, diciembre 06, 2010

El león que no es león (dedicado al otro León que por ahí andará)

“El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos… el león comerá paja lo mismo que el buey.”

La primera lectura de este domingo es esperanzadora, nos hace poner los ojos en el mundo nuevo con el que Dios sueña y que aún no es realidad para todos, el mundo donde el lobo y el cordero habitarán juntos, donde el león comerá paja junto al buey. Si, es esperanzador saber que ese es el mundo que Dios sueña, aunque los seres humanos nos empeñemos en el “otro” mundo, donde las mujeres son asesinadas en Juárez, los homosexuales son exterminados para “limpiar” la sociedad y las bombas humanas estallan para mostrar la grandeza de un ídolo monstruoso al que algunos llaman “Dios”.

Una vez leí, no recuerdo dónde ni quién lo dijo (y has de perdonar, pero entre la edad y las secuelas de las drogas recreativas, pues la memoria ya no es la misma, jeje) que ese mundo no es tarea de Dios, que ya ha hecho lo suyo que es decirnos cómo vivir y cómo amarnos para que ese mundo sea realidad. El personaje en cuestión (Monseñor Romero, Gandhi… no me acuerdo) decía en su reflexión: “para que eso se haga realidad el león tiene que dejar de comer bueyes” Y sí, el cambio está en las manos del león.

El león, símbolo del opresor, del violento, del que no quiere la hermandad y “se alimenta” de la vida de los más indefensos (que de ellos es símbolo el buey) tiene que modificar su conducta, tiene que aceptar que devorar a otros no es el camino para un mundo mejor, por mucho que el león crea que así es, por mucho que se justifique con las más alambicadas justificaciones que, bien vistas, dejan clara su falsedad.

El león puede bien ser el rico que ejerce “dominio explotador” como decía el credo Nicaragüense (ojalá que no me falle la memoria con el país, pero Ernesto Cardenal me podrá corregir) basado en la “ética del mercado”, los valores tradicionales o la herencia de explotación recibida de su padre.

También puede ser el gobernante que en nombre de una moral de derechas condena y encarcela a las mujeres que han decidido abortar, sin darse cuenta que condenarlas y encarcelarlas es, de hecho, menos moral que el aborto.

Y puede ser el varón que se pasa la vida depredando cuerpos para su colección de conquistas sexuales: el jefe, el policía, el padre de familia, el sacerdote… sí, pero también el gay, que en ese tema hay bastante tela para cortar. Y no es que el sexo sea malo o degradante, el asunto es la depredación del otro o la otra, las trampas, las mentiras, el abuso.

El famoso león también puede ser, mejor dicho, el famoso león es también el cardenal, el obispo o el pastor (ponga usté el nombre que mejor le acomode) que en nombre de la doctrina oficial de la iglesia o de un texto bíblico depredan, persiguen y devoran a tantos homosexuales, expulsándolos de los seminarios, negándoles la entrada a los conventos, evidenciándolos ante sus comunidades de fe, negándoles el acceso a Dios sin darse cuenta que aquello de “Dios ama al pecador pero odia al pecado” o “yo lo acepto, pero la Biblia los condena” es como decirle a una mujer que la acepto como humano, pero la rechazo como mujer, ¡Jo!

Y de estos leones hay un montón, y no creas que sólo en la iglesia católica, sino muchos también en la iglesia protestante y en la evangélica [de hecho en la iglesia católica hay un poco menos si tenemos en cuenta que los anglicanos no sufren con la interpretación tradicional de la homosexualidad] Además de que son muchos, son bien peligrosos, pues pasean por los templos cubiertos con las pieles de las ovejas a las que han asesinado, dándoselas de muy morales, puros y santos, cuando habría que ver.

Sí, para que el mundo que Dios sueña sea realidad y no sólo un texto viejo, el león tiene que dejar de ser león y convertirse en hermano.

No se piense que nomás el león tiene una tarea, pues el buen buey (que chistoso suena eso) necesita dejar de tenerle miedo al león y decidirse a correr el riesgo de acercarse, cosa que tampoco es sencilla.

Una cuestión para terminar… ¿y qué con el león que llevo dentro? Ufff.

[y si por casualidad del destino el otro León lee esto, sepa que la Rata sigue al pie del árbol mágico que lleva a la Alhambra, el castillo del Rey de los Leones]


Álvaro

No hay comentarios.: