Independientemente de nuestras edades (de
En medio del silencio y de la compañía de Magdalena, los participantes vivieron el encuentro con alegría, con el dolor que causa mirar nuestras heridas, con la fe en el amor sanador de Dios y con lo chusco de todo encuentro humano.
Oramos, trabajamos haciendo cirios y la comida, reflexionamos, nos abrimos a la acción del Espíritu divino, nos abrazamos, lloramos... salimos más hermanos, más Comunidad, una secreta complicidad nos ha unido y nos ha dado fuerza para provocar en otras personas el deseo y el atrevimiento de ir a pasar unos días a
Al final, los testimonios de la gente me confirmaron en el trabajo. Soy testigo de los milagros del silencio.
José Álvaro Olvera I.
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