En este cuarto domingo de adviento, nos hace reflexionar en la actitud de María y José, que ante las adversidades que se les presentaba, no dudaron y acogieron al hijo de Dios, que seamos conscientes de que el Espíritu de Dios está en nosotres y así también acoger a Jesús en nuestras vidas, para realizar lo que él realizaba, que no era indiferente al dolor y necesidad del otro, la otra y el otre, y que dignificaba a cada persona. Pidamos que el Espíritu nos vaya aclarando la realidad para responder a ella procurando dar esperanza en cada una de nuestras trincheras.
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