El seguir a Jesús, implica estar en un dinamismo, nunca estático. No engancharse con los actos de violencia hacia nuestra persona o comunidad, sino romper con los círculos de violencia y continuar el camino, soltar viejas prácticas, dogmas que ya no son funcionales a nuestro tiempo, descubrir ese vino nuevo y ponerlo en odres nuevos. Y nunca parar al ir con el arado sembrando esa semilla de esperanza, amor, misericordia que hemos experimentado con el Dios de Jesús
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