sábado, septiembre 29, 2007

En la mirada, Dios tiene un lunarcito en el ojo izquierdo


Este 22 de septiembre, este bebé cumple 9 meses con nosotros. A lo largo de estos meses este precioso bebé me ha mostrado tantas cosas tan bellas y tiernas que guardo en el corazón como un tesoro invaluable.

Fui testigo del enorme amor de sus jóvenes padres y también acompañé las bodas; fue una celebración sencilla y una mesa a la que todos fueron invitados. Brindamos por la felicidad, por la unión, por la vida.

El 22 de diciembre pasado y muy de mañana, recibo llamada de su papá:
- Charlie… para avisarte… no voy a poder presentarme al trabajo..
- Sí, bueno… no te preocupes, pero ¿qué pasó?
- Es que anoche Gaby se puso mal, la llevamos a urgencias y ya se quedó internada.
- Pero ¿Qué pasó?
- Pues…. Que ya nació… en la madrugada, cerca de las 4… fue niño.
- Oye!!! Pero… ¡lo esperábamos hasta febrero!! ¿cómo están?
- Pues están bien… me dijeron que no hubo complicaciones y los informes médicos los dan hasta las ocho de la mañana. Me daba tiempo a venir a la casa para alistarme y llevarle cosas a Gaby.
- Ok. No te preocupes, tómalo con calma, sólo te pido que nos mantengas informados, saludos a Gaby y pues… que sea todo con la bendición de Dios.

El tiempo corrió; las horas de ese día las sentí transcurrir de forma muy lenta. Para la jornada laboral el gran favor que pedí fue que la línea telefónica se usara para lo meramente indispensable; todo para estar listos a recibir noticias. Pero estas no llegaban; aunque lo principal ya lo sabíamos, queríamos conocer los detalles: Emmanuel ya nació, pero ¿cómo está?... nació prematuro, ¿esto tendrá consecuencias?, ¿Qué cuidados habrá que tomar?, ¿cómo está la mamá?

Pasado el medio día recibo la tan esperada llamada telefónica. Que todo estaba bien; que ya les habían tomado todas las muestras requeridas, les habían hecho todos los exámenes y valoraciones a la mamá y al bebé, que a pesar de nacer prematuro, no había necesidad de incubadora. Que sólo faltaba una última valoración para decidir si los daban o no de alta ese mismo día o al día siguiente.

Con una extensa lista de cuidados, indicaciones e instrucciones, salieron de la hospitalización. La llegada de Emmanuel al hogar llenó de luz, de alegría, de felicidad a toda la familia y a los amigos. Dios se hace presente y en esta Navidad lo hace de forma sencilla y magnífica en este bebé y con este bebé.

La noche de Navidad del año 2006 nos cubrió con el dulce manto de la ternura de Dios; yo me sentí afortunado por vivir estas experiencias. Vi cómo le cambiaban de pañal… ¡Qué cuerpecito tan frágil!... algunos días después, al pié de su cunita, me pasé un largo tiempo viéndolo dormir, contemplando su sueño… ¡no puedo describir esos momentos! Sólo puedo agradecerle infinitamente a Dios, nuestro Padre por hacerme testigo de estos milagros.

Son muy frecuentes mis visitas a ese divino santuario que se convirtió su cuna. En las primeras semanas, a pesar de la invitación constante de sus padres a que lo cargara entre mis brazos, me negaba…. Noooo es que se ve tan fragil, tan delicado que no vaya a ser que le cause algún daño… me animé a tenerlo entre mis brazos cuando Emmanuel ya estaba cerca de cumplir dos meses de vida… sólo le di un suave beso y lo arrullé…. ¡qué dicha! durmió plácidamente entre mis brazos.

Cuando he podido ir a su casa y le saludo, Emmanuel me reconoce y me saluda con una enorme sonrisa que me desarma… lo saludo, lo cargo, lo beso. Si acerco mi cara a la suya, inmediatamente, entre sus manitas, pesca mis lentes, los jala y los arroja lejos… me mira y ¡suelta la risa! ….

En una reciente visita, entre juego y juego, la mamá se acercó a nosotros y me dijo:
- ¿ya viste su ojo izquierdo?
- No, ¿qué le pasó?
- No, no le pasa nada… mìrale…. Tiene un lunarcito, ¿ya se lo viste?

Ahora en mi cara, tengo unos pequeños rasguños. Esta última visita que le hice, no iba yo rasurado… le llamó la atención lo rasposo de mi rostro provocado por la barba crecida de un día. Se puso a rasguñarme y me dejó con unas leves marcas.

Acompañado de su familia, sus amigos y con el amor de papá y mamá, Emmanuel ya cumplió 9 meses.

Y Dios tiene un lunarcito en el ojo izquierdo, ¿o no?

Saludos!

Charlie.


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