jueves, mayo 26, 2011

Lamentaciones de uno que no es profeta (primera parte)

Introducción

En los tiempos del Presidente
De la guerra contra el narcotráfico
Que ha dejado cientos de muertos tirados por el país.
Vino el Espíritu del Señor sobre mí.

Dejo bien claro que yo no soy profeta, ni hijo de profetas,
Soy sólo un homosexual y seropositivo.
Pero el Señor me llamó de en medio de mi gente
Y me dijo: ¡Ve y profetiza!

Primera lamentación

¡Ay de ustedes, homosexuales en las casas de formación!
Esconden su verdad tras los hábitos
Y sus ligues, bajo las sotanas
Disimulando lo que son.

Y cuando encuentran a otro gay en las parroquias
O entre sus hermanos de casa
No reparan hasta acabarlos
Para alejar de ustedes toda sospecha.

¡Ay de ustedes, homosexuales religiosos!
Que disfrazan su vocación para conseguir sexo
Y cuando enamorar a alguien, lo dejan
Alegando una fidelidad a sus votos
Que están lejos de sentir.

¡Ay de ustedes, homosexuales sacerdotes y teólogos!
Que no se cansan de predicar contra sus hermanos
Esgrimiendo interpretaciones bíblicas añejas
Que ustedes no cumplen ni quieren cumplir
Ganando la aprobación de sus obispos
Que no saben dónde ni con quién pasan sus días de vacaciones.

¡Ay de ustedes, homosexuales obispos y cardenales!
Porque tienen en sus manos el poder de combatir la homofobia
Que nace de textos bíblicos mal leídos
Pero que no quieren perder sus privilegios:
Cenas elegantes, buenas comidas, jamón serrano y vino
Dejando a un lado la verdad del Evangelio
Se postran y adoran la estructura jerárquica injusta.

martes, mayo 10, 2011

reformular nuestra fe

“El Espíritu los irá conduciendo a la verdad plena” dice el evangelio. Esta afirmación de Jesús, al parecer tan inocente, es una bomba que dinamita cualquiera de nuestros intentos por cristalizar y encerrar al fe en un sistema de dogmas, completos y cerrados en sí mismos de una vez y para siempre. Si el Espíritu nos irá llevando al a verdad significa, por lo menos, que aún no tenemos la verdad plena y que dicha verdad no es algo que podamos alcanzar por nuestros propios esfuerzos intelectuales.

Que aún no tengamos la verdad plena es lo que me ocupa ahora. Charlando con una amiga cristiana evangélica, me decía que había escuchado la conversación de un joven cuya madre estaba muy enferma y la pastora quien, luego de escuchar el relato de la enfermedad de la madre, le dijo al joven: “eso es lo de menos (la enfermedad grave) lo importante es que tú aceptes a Cristo, porque con ello se salvarán tú y tu casa. Si de verdad quieres a tu mamá, acepta a Cristo para que él escuche tu intercesión por ella y se mejore”.

Eso es chantaje, me dijo mi amiga, chantaje del más vil. No se interesó por la salud de la enferma, sino por ganar un adepto; prometió una salud que no sabe si puede dar y deslizó sutilmente la idea de que si la mamá no mejoraba podía ser culpa del muchacho por no aceptar a Cristo.

Y tiene toda la razón. Sin importar qué tan comunes o qué tan arraigadas estén estas ideas y este tipo de discurso, es una manipulación del dolor y de la fe. Y no es la única cristiana que hace cosas por el estilo: tantos y tantas sólo se relacionan con Jesús en cuanto Cristo, es decir, Jesús y su mensaje no les importan, les importa la salvación eterna que el Cristo puede o no conseguirles.

Si de pronto pudiéramos demostrar a los cristianos (de todas las tradiciones, porque esto no es privativo de los evangélicos) que no hay cielo ni hay infierno y, por tanto, no hay salvación ni condenación ¿seguirían diciendo “amén”? ¿Llamándose “hermanos”? ¿Absteniéndose de fumar, de tomar, de decir groserías, de “fornicar”? ¿Seguirían yendo al templo los domingos y comprando CD´s de música cristiana? ¿Pondrían estampas, medallas o rosarios en sus autos si supieran que no hay protección mágica?

Con lo que he trabajado con varios grupos cristianos me atrevo a responder que no, que si supieran que no pueden obtener nada de Jesús que les garantice vivir para siempre, lo abandonarían. La fe cristiana, vivida de esta manera, es una de las más grandes prostituciones que hay: relacionarse con Jesús a cambio de un boleto para vivir eternamente.

Me parece que hay que modificar radicalmente la comprensión y la vivencia de la fe si es que queremos que Jesús tenga algún significado para el ser humano de hoy, que vive en una sociedad antropocéntrica donde lo religioso es visto, con justa razón, como un impedimento a la libertad.

Y no es que nos inventemos un nuevo cristianismo, sino que regresemos a las fuentes originales y traigamos su agua al siglo XXI.

No es traición a la fe, como muchos dicen, sino fidelidad a la misma. Porque ¿no es eso mismo lo que hizo el autor de la carta a los Hebreos cuya cristología no es la misma que al de Marcos? ¿No es lo que hicieron los padres conciliares al construir el credo que hoy rige a todas las tradiciones cristianas?


En efecto, la interpretación de la persona de Jesús y su adaptación al presente no sólo es lo que siempre ha hecho la iglesia, sino que es la mejor manera de mantenerse fieles a esa búsqueda de verdad plena que todavía está lejos de nosotros, pero que es don y tarea del espíritu que Jesús ha dejado a sus amigos y amigas.

¿Qué contenidos se deben adaptar y reinterpretar? ¡Cielos! Esa es la gran tarea que espero poder ir clarificando… Se lo debo a Jesús.