martes, noviembre 04, 2008

Un nuevo documento, una nueva oportunidad


El Vaticano ha publicado un documento más. En él se habla de la necesidad (y la obligación) de detectar varias clases de problemáticas en los aspirantes al sacerdocio. No se habla sólo de detectar a los homosexuales (aunque sí se incluyen en la lista) sino a cualquier persona cuyo perfil psico emocional ponga o pueda poner en riesgo el desempeño de tu ministerio. El documento, como todo lo que publica el Vaticano, ha despertado cuantas reacciones se puede uno imaginar… “Ay, Dios mío y Dueño mío, que son tiempos recios” (como decía la Teresa)

¿Qué decir?, ¿Tiene o no la iglesia el derecho de marcar los requisitos para otorgar el sacramento del orden? ¿Puede la iglesia usar de la psicología para detectar casos “problema” y decidir no aceptarlos? En todos los trabajos hacen eso: los resultados de los test psicológico son usados para definir si una persona es contratada o no, y nadie (que yo sepa) va por la vida enojado con tal o cual empresa, o llamándola inhumana, o acusándola de fobia porque decida no contratar a alguien a causa de su estado psico emocional.

Considero que, como toda institución, la iglesia tiene derecho a no admitir a alguna persona al sacerdocio si no cumple con el perfil puesto por la misma institución. Puedo pedir mi ingreso al Club América (por ejemplo) pero si no le quiero ir al América o si decido de pronto irle a las Chivas, no puedo permanecer en el Club. Son las reglas. Y las instituciones están hechas de reglas y para las reglas.

Un nuevo documento me da una nueva oportunidad de preguntarme ¿por qué seguir pidiendo a la iglesia la aceptación? ¿Es una forma inconsciente de buscar la aprobación de “mamá” para mi forma de vida?

Que la iglesia puede poner las condiciones que quiera, es su derecho. Que la motivación sea justa, es harina de otro costal. ¿Lo hacen para proteger la calidad del servicio que se da al pueblo de Dios o lo hacen para darse baños de pureza? ¿Es una medida para asegurar sacerdotes humanamente equilibrados, emocionalmente sanos, sexualmente maduros, o es una forma de mostrarle al mundo que sí están haciendo algo para detener los abusos sexuales de los curas? Creo que por aquí podría darle a la reflexión y luego aplicarla a mi vida.

Porque yo también tengo “criterios de admisión” en mi círculo de amigos, en mis relaciones personales, en mis relaciones amorosas. Yo también “saco” a quienes no cumplen con mis requisitos, yo también “investigo” para averiguar si la persona es fiable o no, si lo que me dice es verdad, si me conviene como amigo/a, si vale la pena invertir en amarla o no. Lo que hay en el corazón de la iglesia está presente también en mi corazón.
¿Me acepto? ¿Me rechazo? ¿Me aprecio? ¿Me descalifico?... ¿Me amo?

Que me mire a mí mismo con los ojos de Dios, solo así sabré como ayudar a la pobre iglesia a ser más la iglesia que Jesús desea.


J. Álvaro Olvera I.